Debates Coahuila 2023; ¿es válido que incluya ataques personales?
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Debatir implica, esencialmente, contrastar ideas y en eso deben centrarse tales ejercicios, particularmente los de carácter político. Pero también debe existir espacio para la crítica personal
El debate del domingo pasado entre los candidatos al Gobierno de Coahuila tuvo, al menos, la virtud de no causar indiferencia. Cabe cuestionar, sin embargo, si la atención atraída por el ejercicio es la deseable o debería ser de una naturaleza diferente.
Al respecto resulta obligado señalar que la razón fundamental por la cual el debate pudo resultar atractivo para muchos personas fue el hecho de que los candidatos no escatimaron descalificaciones para sus opositores. Este hecho ha provocado una reacción adversa, al menos entre los capitanes de empresa de la Región Sureste.
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Representantes de distintas cámaras de la iniciativa privada coincidieron en señalar que estos ejercicios deben servir para contrastar propuestas y no para “darse cacerolazos”, como calificó lo ocurrido José Antonio Rodríguez Fuentes, presidente de la Cámara de la Propiedad Inmobiliaria Coahuila Sureste (CAPI).
De su parte, Alejandro Pepi de la Peña, presidente de la Canaco Saltillo, llamó la atención sobre el costo económico de estos ejercicios -calculado en dos millones de pesos-, por lo cual no deberían desperdiciarse tales recursos en un ejercicio donde lo relevante fueron los ataques personales.
Existe razón, sin duda, en estos señalamientos. Las campañas políticas, en general, y los debates en particular, deberían tener el propósito de ofrecerle a la ciudadanía elementos objetivos para construir su decisión. Y claramente los elementos más objetivos están relacionados con las propuestas concretas para resolver los problemas comunes.
Sin embargo, la trayectoria personal de los contendientes y, sobre todo, los “pecados” que hayan cometido en el pasado, representan un elemento relevante para decidir a quién votar el día de la jornada electoral. Por ello es importante también que las campañas y los debates contengan una dosis de crítica personal hacia los candidatos por parte de sus oponentes.
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Lo anterior es particularmente cierto en una entidad en la cual existen ejemplos recientes de conductas totalmente alejadas del comportamiento que todos esperamos de quien ostenta un cargo público.
Así pues, lo deseable parece ser, antes que proscribir los señalamientos personales, el que exista un sano equilibrio entre estos y las propuestas concretas. Que las propuestas de cada uno resulten claras y sea posible contrastarlas con las de los demás, pero que no se cierre la puerta al cuestionamiento de la calidad moral de quienes compiten.
Cabría esperar, desde luego, que ello ocurra en los próximos dos ejercicios de este tipo que podremos atestiguar: el debate ciudadano de mañana miércoles y el segundo encuentro organizado por el IEC el próximo 1 de mayo.
Porque lo importante no es llevar la contienda al terreno clásico de tener que elegir “al menos malo”, sino convertir al ejercicio en un auténtico proceso de deliberación colectiva que nos permita, al final, construir una decisión benéfica para todos.