El fin de semana pasado se dio una coyuntura económica a nivel mundial que dejó a los mercados bursátiles y a los mercados monetarios en números rojos, en pérdidas considerables. México sufrió las consecuencias de un pánico exacerbado debido a su fragilidad económica, presente desde inicios de este año, derivada de los gastos excesivos de la campaña, más una suma de errores de inversión a lo largo del sexenio, desde los megaproyectos nacionales que no han generado un solo peso, hasta el endeudamiento para pagar programas sociales sin el respaldo de una reforma fiscal.
México ha quedado expuesto en su fragilidad económica en este 2024, ya que no hubo más de dónde sacar dinero para las necesidades del gobierno federal. Los primeros en sufrir las consecuencias fueron los estados y municipios que no han recibido ni completas ni en tiempo, sus transferencias correspondientes. Como ejemplo, están Coahuila y Chihuahua (que coincidentemente son gobernados por partidos de oposición) con faltantes equivalentes a un año de presupuesto porque la federación simplemente no tiene dinero para darles lo que les corresponde.
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El día de ayer se dieron dos resultados financieros muy importantes que pusieron entre la espada y la pared al Banco de México para intentar, como siempre, disminuir la fragilidad económica actual. En primer lugar, se dio a conocer por parte del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, la tasa de inflación, que fue de 5.57% una reducción pequeña con respecto a la quincena anterior de 5.71%. Sin embargo, se esperaba que el indicador llegará por debajo de 5%, lo que no sucedió. En segundo lugar, el Banco de México (Banxico) redujo la tasa de referencia a 10.45% desde un 11%, aunque la mitad de los analistas no esperábamos este resultado, la verdad sea dicha, Banxico tenía que decidir si protegía a la economía de un proceso inflacionario manteniendo la tasa, o protegía a la economía de una recesión que se está gestando más rápido de lo esperado bajándola para que el costo del dinero se redujera, y en consecuencia, se llevarán a cabo más proyectos de inversión. Este último asunto es clave para entender qué está pasando en México. Hace una semana se dio a conocer el estimador mensual del producto interno bruto, que a tasa anual ubicó el crecimiento económico nacional en 1.1%, muy bajo con respecto a lo esperado que era de 2%. Hasta antes de este dato había preocupación por la economía, pero con los resultados recientes, ya hay alarmas. Reducir la tasa de referencia cuando está la inflación alta, y las tasas de riesgo-país en crecimiento, es muy peligroso. Ayer también en coincidencia el tipo de cambio empezó a bajar y el peso mexicano ganó terreno quedando ya al cierre del día en 18.9 pesos por billete verde, en coincidencia con el anuncio de la baja de la tasa. La teoría económica dice que si el diferencial de tasas entre dos países se reduce se esperaría que la moneda del país más desarrollado se aprecie, esto es que el dólar valiera más. Eso no pasó, pero pasará eventualmente conforme los mercados se tranquilicen. La volatilidad es tan alta que en esta misma semana pasamos en la cotización del dólar de 20 a menos de 19 pesos por dólar.
La inflación actual es derivada del exceso de gasto público y de la consiguiente expansión de la base monetaria. Como consecuencia hay más dinero para comprar literalmente los mismos bienes. Esta situación tenderá a normalizarse a fin de año o en el primer trimestre de 2025 cuando el exceso monetario sea absorbido vía aumento de precios por las empresas y por el fisco.
En el caso de la reducción de la tasa de interés, empezaremos a ver señales encontradas. La expectativa es que la banca comercial no recorte tasas porque el riesgo país sigue aumentando, por lo que la reducción de Banxico podría no servir o servir de muy poco para reducir el problema del bajo crecimiento. Además, el porcentaje de cuentas en moratoria ha aumentado un poco y está en 5.2%, cuando hace tres meses estaba en 4.1%, de acuerdo al último reporte del BBVA.
La debilidad actual de la economía viene acompañada de una serie de compromisos de pago que no se sabe de dónde saldrá el dinero para pagar. Pemex se está volviendo un barril sin fondo que si se quiere mantener, necesitará dinero permanentemente de un gobierno que no tiene dinero. Además de los pasivos laborales, se tienen que pagar los pasivos con proveedores y a los tenedores de bonos de deuda que tienen rendimientos garantizados a pesar de que no hay utilidades por parte de la empresa. Esto se hace para asegurar que los inversionistas sigan manteniendo esos bonos y no pidan su liquidación. Sin embargo, esto tiene límite y podría presentarse el año que viene cuando los inversionistas decidan que ya no quieren ahorrar porque hay demasiado riesgo de no pagar por parte de la petrolera. Tampoco se ha resuelto el problema de liquidar lo gastado en el nuevo aeropuerto internacional de la Ciudad de México que se canceló finalmente, pero que hay que pagar a la tenedora de esa deuda que es el fondo de inversiones Blackrock. Eso se está sufragando con el impuesto aeroportuario del aeropuerto de la ciudad de México, pero no alcanza y lo peor del caso es que ese aeropuerto se está cayendo literalmente a pedazos. Mala decisión del gobierno federal, porque estamos pagando por un aeropuerto que no tenemos, con recursos de un aeropuerto viejo e inoperable que necesita esos recursos y agregar que hay que poner dinero del erario público literalmente para completar las mensualidades a esos inversionistas. Si también se menciona el caso de la CFE, que no alcanza lo que produce de energía para abastecer al país correctamente, porque de los apagones es mejor no hablar, las empresas han empezado a voltear a ver a otros países para relocalizarse. Allí está el caso de Vietnam y Malasia que hace dos años estaban atrás de México en la captación de inversión extranjera y este año podríamos terminar detrás de ellos en este rubro. Tampoco se ha hablado del problema del déficit del gobierno federal y lo que ello significa para todo el presupuesto nacional del 2025.
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Ya no habrá sorpresas en el crecimiento como en 2023, que terminamos creciendo bastante más de lo que se esperaba (Pib 3.4%). Este 2024 viene cargado de problemas políticos que están repercutiendo en lo económico y están poniendo en evidencia que México no es el país que se nos prometió a principios de sexenio ni en la pasada campaña política y eso lo dicen los otros datos.