Dejarse conquistar
Según Daniel Goleman el liderazgo es la capacidad de tomar la iniciativa, gestionar, convocar, promover, incentivar, motivar y evaluar a un grupo o equipo. Es el ejercicio, eficaz y eficiente, de la actividad ejecutiva en un proyecto.
Para Peter Senge el liderazgo implica crear un ámbito en el cual los seres humanos continuamente profundizan su comprensión de la realidad y se vuelven más capaces de participar en el acontecer mundial, por lo que en realidad el liderazgo tiene que ver con la creación de nuevas realidades.
Indudablemente, el liderazgo no es un tema de estatus; más bien, tiene que ver con el servicio, el sacrificio, la generosidad y la fidelidad a propósitos supremos.
¿DÓNDE ESTÁN?
En estos tiempos es frecuente hablar de la necesidad de encontrar líderes. Las empresas, los partidos y en general la sociedad andan en busca de ellos, pero entre más indagan menos los encuentran; tal vez, porque el auténtico liderazgo se encuentra en la autoridad moral y se forja mediante la disciplina y el testimonio; posiblemente, no los encuentran porque el líder, en primera instancia, tiene un compromiso consigo mismo, siendo la honestidad e integridad sus cualidades esenciales, mismas que, en estos tiempos, son extremadamente escasas, sobre todo en el ámbito de la política.
Por su parte, las escuelas y universidades se afanan en formar líderes, para lo cual diseñan e imparten los más variados cursos y diplomados, a fin de desarrollar las competencias relacionadas con el tema; sin embargo, el liderazgo es más que eso. Por otro lado, miles de libros se escriben sobre el liderazgo. Inclusive hay autores que prometen convertir a una persona en “líder” en doce lecciones. Puras ilusiones.
Es común que en tiempos de contiendas electorales broten, como virus, personas con delirios de grandeza que, en su intento de ganar votos, hacen promesas de cambio y honestidad, pero la verdad es que, en la mayoría de las ocasiones, ya en el poder se olvidan de servir y empiezan a servirse. Y esto no solamente acontece en el ámbito público, sino también en el privado. Los ejemplos abundan.
APARIENCIAS
Estas personas son líderes aparentes y son socialmente dañinas, se les distingue por su impotencia espiritual, por su anhelo de fragmentar y manipular, por sus intenciones ocultas y sobretodo, si se les mira bien, descubriremos que son personas alimentadas por el egoísmo y la mentira y que exclusivamente pretenden acrecentar sus egos, fortunas o pasiones personales.
Existen estudios que intentan descifrar si acaso hay ciertas personalidades que expresan las “cualidades” de un líder, que se cuestionan si el líder nace o se hace, si el carisma es el pilar fundamental de quien puede ser considerado como tal.
Personalmente, me inclino a pensar que el liderazgo no es cuestión de “géneros”, ni “rasgos compartidos” o “talentos” inherentes a una personalidad que pudiera considerase como líder, más bien considero que esa cualidad la puede desarrollar cualquier persona que ha decidido encontrarse a sí misma, que ha sido capaz de descubrir su misión de vida y hacer de ella su vocación de vida, que ha aprendido a utilizar sus talentos y potencialidades naturales para no resistirse a ser quien en verdad es. En este sentido, una “personalidad” que evoca liderazgo la desarrolla la persona que es fiel a sí misma y a sus creencias. Insisto, un líder es autoridad moral.
PERFECCIÓN PERSONAL
Bajo esta óptica, el líder es quien trabaja para no ser esclavo de sí mismo, pues anhela alcanzar su perfección espiritual, es quien se ha decidido a cambiar y transformar una existencia apática e indiferente por un caudal de vida positiva, es la persona que ha renunciado a la mediocridad.
Toda persona que no permite que se le escape la vida, que puede construir el día de hoy por la ilusión de tener una vida mañana, tiene madera de líder, pues al aceptar cada instante presente, tal como es, se aleja permanentemente de la cobardía que sienten quienes se refugian y añoran el pasado o de aquellos que suelen temer a la incertidumbre del futuro.
El auténtico líder no es candil de la calle y oscuridad de su casa, no transfiere sus errores a otros, tampoco los culpa por los resultados de sus propias acciones, sabe que no puede perfeccionarse si no desarrolla también a los demás. De ahí que busque continuamente mejorar en lo humano, espiritual, intelectual y en formar una voluntad a toda prueba.
Nunca vive en el pasado, tampoco se aísla de la realidad; por eso no teme abrirse, se compromete con los otros, les enseña, sabe que la independencia sin compasión es egoísmo y que la dependencia provoca almas estériles, por eso busca la interdependencia; acoge a los demás en sus sueños, pero también comparte con ellos la visión de un futuro más promisorio y el fruto del trabajo que cotidianamente emprende.
Todo liderazgo se origina en la generosidad, en darse, en vaciarse; implica desapego de sí mismo, de los otros y de las cosas materiales, por eso estimula para que cada quien encuentre sus propias sendas. El líder auténtico, con el paso del tiempo, se convierte en un oasis en los que otros encuentran confianza e inspiración.
HUMILDAD
Un líder posee una fuerte autoestima basada en la humildad de reconocer lo mucho que le falta por recorrer, es humilde con su propia humildad; es un convencido de sus propios sueños, pero respeta a los que difieren, eso es lo que da la fuerza de su integridad; es entusiasta ante la vida y sus creencias son congruentes con su acciones; es sincero en sus propósitos, pero solidario con los anhelos de los demás; inspira confianza entre aquellos que lo conocen, de ahí que muchos se convierten en sus fieles seguidores, convence con su ejemplo y suele tocar el corazón de aquellos que les rodean.
Quien es autoridad moral concibe su propia insignificancia, de ahí que el genuino liderazgo encierra una enorme paradoja: quien quiera ser el primero que sea el último. Y hace dos mil años un hombre con su propia vida demostró que “aquél que quiera ser el primero debe antes ser servidor. Que el que quiera mandar tiene primero que servir”. Pero este concepto se encuentra profusamente ignorado; tal vez porque no entendemos que “el servir no es faena de seres inferiores”, o quizás, porque no hemos descubierto el origen de la superioridad real del ser humano.
COMPROMISO
Un líder es toda persona que se compromete con su misión de vida, que se empeña en lograr su desarrollo personal, que no se compara con nadie más sino con él mismo, que reconoce que la felicidad es un camino, no un destino.
Líderes también son las personas alegres, de actitudes positivas, que así influyen en los demás, que hacen lo que aman o han aprendido a amar lo que emprenden, que saben que su profesión u oficio no es un privilegio, sino una responsabilidad con implicaciones sociales. También son los que no acumulan, los que se hacen instrumentos para servir y mediadores para que otros encuentren. Crezcan.
Son las personas que buscan el bien y la felicidad de sus semejantes, son generosos, dan su tiempo a causas nobles, son constantes, concilian, generan buena voluntad, son prudentes, tienen confianza y seguridad en sí mismas, tienen fortaleza de ánimo y espíritu de sacrificio.
TRASCENDENCIA
El líder que refiero no se encuentra en las tribunas, ni en las caras de quienes dirigen causas, tampoco en los partidos políticos, más bien es menester buscarlo dentro de nosotros mismos.
El liderazgo habita en los corazones de las personas que se proponen a ser, a edificar, que optan por el bien común, que son evidencia de los principios universales que rigen la vida del ser humano. Incuestionablemente, existe un líder en el espíritu de toda persona que se ha dejado conquistar por la mano de Dios, que marca un antes y un después con su presencia y acciones, que labra su trascendencia con el poder de su propio testimonio.
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