Desconfianza en las instituciones
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México es un país de instituciones y es lo que le sostiene, se escucha decir una y otra vez a quienes quieren justificar las tropelías y los desfalcos constantes que se hacen al erario, a las organizaciones y a la naturaleza. Decía en 1976 un expresidente de triste memoria, “administraremos la abundancia”. Se refería a lo que representaba el megayacimiento de petróleo de Cantarell por aquellos tiempos, pero luego se convertiría en una analogía que se utilizaría por cualquier parte para hablar de lo que ha representado nuestro País en diferentes dimensiones de la vida y el papel que han jugado nuestras deterioradas y manoseadas instituciones en distintos momentos de nuestra historia.
John Rawls, en “La Teoría de la Justicia” (1971), señala que el objeto fundamental de la justicia es la estructura básica de la sociedad y hace responsable a las grandes instituciones de las ventajas o desventajas provenientes de la cooperación social, si hay injusticias en
una sociedad será porque las instituciones son injustas, afirma el autor.
Pongamos un ejemplo. Si en los países con más alto índice de Producto Interno Bruto (PIB) las instituciones, en materia económica, son la base de la bonanza de ese pueblo; en el caso de
los países con menor índice de PIB pasará lo contrario, se determinará el fracaso de sus políticas económicas que redundará en la falta de realización de las mayorías.
Sin embargo, cuando las instituciones y quienes las dirigen no tienen en claro el concepto de justicia en la interrelación cotidiana, el impacto de la injusticia crece. En concreto, las instituciones aparecen como el soporte básico que
permite la coacción social, la libertad de conciencia, y la igualdad de oportunidades en los ciudadanos.
La realidad que vivimos en este momento en el mundo, donde según el Banco Mundial hay cerca de 150 millones de personas en pobreza extrema en el planeta, más de 63 guerras activas, con cerca de 82.4 millones de personas desplazadas, según cifras del ACNUR; donde 773 millones de personas no saben leer ni escribir, en estadísticas de la UNESCO, y donde ha habido 6 millones 250 mil decesos a causa del COVID-19, nos hablan justamente de la urgencia de instituciones sólidas que atiendan la realidad compleja en la que vivimos, donde México, no es la excepción.
Las metas estipuladas por los Objetivos del Desarrollo Sostenible, particularmente en el número 16, no pueden esperar más. Las grandes avenidas que hoy presenta la realidad que viven muchos seres humanos en el mundo requieren de consensos para buscar salidas conjuntas que aseguren un mejor futuro para las generaciones que vienen.
Estas áreas de oportunidad conformaron los 17 ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible) en los que se abordan temas tan diversos y de urgente atención como la hambruna, las guerras, la pobreza, las migraciones, problemas de salud, la igualdad de género, la disponibilidad de agua, energías limpias, crecimiento económico, empleo, las desigualdades, asentamientos inclusivos, modalidades de consumo, medidas para combatir el cambio climático, conservación de océanos y ecosistemas terrestres, la promoción de sociedades pacíficas e inclusivas, el acceso a la justicia, la creación de instituciones eficaces, responsables e inclusivas en todos los niveles y revitalizar la alianza mundial para el desarrollo sostenible, entre otros, donde las instituciones sólidas representan la liga con la justicia.
Desde hace tiempo se habla de una refundación de las principales instituciones en nuestro País. El IMSS, Pemex, CFE, INE, la reducción de diputados en el Congreso de la Unión, una buena parte de las universidades públicas, gobiernos estatales y municipales, las aduanas, los medios de comunicación social, las iglesias y un sinnúmero de instituciones más, nos han colocado en una posición complicada en la lista de Transparencia Internacional que ha redundado en corrupción, pobreza y desigualdad. Los malos manejos y el comportamiento inmoral de muchos de quienes las conforman han aumentado la desconfianza y el deterioro de esas organizaciones.
Las instituciones representan la fortaleza y la buena marcha de una sociedad, por eso requieren de estrategias y acciones contundentes donde la integridad, la transparencia y el acceso a la información permitirán combatir frontalmente la corrupción que les ha aquejado históricamente.
Quedemos claros, la paz, la justicia y las instituciones sólidas, que es el constructo al que nos invita este número 16 de los llamados ODS, sólo se darán en la medida en que acabemos de entender que el matrimonio entre lo que decimos y hacemos exige el apego a los compromisos que como sociedad e individuos tenemos, pues en eso consiste la integridad que debe de estar en la base de las instituciones de nuestro País. Así las cosas.
fjesusb@tec.mx