Diálogo entre poderes: ¿se volvió imposible?
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No prometía realmente gran cosa desde el principio, pero habría sido preferible que el encuentro entre senadores y la ministra Norma Piña se hubiera registrado hoy
Finalmente el diálogo no ocurrió. La presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Norma Piña Hernández, quien originalmente aceptó la invitación para acudir a la Cámara de Senadores del Congreso de la Unión a exponer sus argumentos en relación con los fideicomisos que el presidente López Obrador busca extinguir, anoche declinó tal posibilidad.
En principio fueron los coordinadores parlamentarios del PAN y el PRI, Julen Rementería del Puerto y Manuel Añorve Baños, quienes formularon la invitación para que la ministra les acompañara hoy, en una reunión previa a la del pleno en la cual se discutirá la minuta que les fue remitida la semana pasada por la Cámara de Diputados.
El tono de la respuesta inicial de la Ministra hacía inferir que dicha reunión podría ampliarse para que en ella participaran todas las fuerzas políticas representadas en el Senado. Esto último, desde luego, era lo deseable con miras a fortalecer el diálogo entre poderes.
Al final, sin embargo, la duda se despejó temprano y la posibilidad de un encuentro entre legisladores y Ministra naufragó. Ninguna sorpresa, pues la reunión no prometía realmente mucho desde el principio.
Y es que si la intención de los legisladores -en especial de quienes integran la mayoría- hubiera sido dialogar y normar su criterio a partir de los argumentos de sus interlocutores, habrían convocado a dicho ejercicio antes de votar el dictamen de la minuta en comisiones y turnarlo al pleno para su aprobación o rechazo.
Lo mismo tendría que haber ocurrido en la cámara de origen donde no existió dicha posibilidad sino que se aprobó, por la vía del “fast track”, la instrucción girada desde Palacio Nacional.
Y no es que los fideicomisos del Poder Judicial -con independencia de su origen y destino- deban defenderse a ultranza, o resulte válido asumir una posición intransigente al respecto. Lo que ocurre es que el ruido generado por la descalificación presidencial y el coro que le sigue vuelve imposible analizar con sensatez el fondo de lo que se discute.
Por ello es que, aún cuando en principio era de saludarse la invitación que algunos coordinadores parlamentarios en el Senado le hicieron a la ministra Norma Piña, poco o nada podía esperarse del encuentro, sobre todo si en éste hubieran participado quienes no tienen interés en escuchar argumentos pues han asumido una posición inamovible a priori.
La política del “diálogo de sordos” practicada desde hace ya demasiado tiempo en nuestro país, no solamente impide la discusión sensata de los asuntos públicos, sino que vacía de todo contenido a la política, una actividad que debiera entregarnos a todos mejores resultados.
Se trata de una triste realidad pero eso es, por desgracia, a lo que nos tienen acostumbrados nuestros representantes populares, para quienes la verdad jurídica, el contraste de ideas o la búsqueda de soluciones justas constituyen apenas un conjunto de ideas exóticas sin utilidad alguna en el proceso de tomar decisiones en nuestro nombre.