Dimensionar las cifras de pobreza más allá de los ingresos
Sí, disminuyó la cantidad de pobres, pero ¿cómo es posible que baje la pobreza y suban las carencias?
El Inegi informó los resultados de la medición de la pobreza multidimensional correspondiente a 2024. Y aunque hay en las cifras disminuciones interesantes, habría que matizar y profundizar las mismas.
Por primera vez el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática realizó la medición de la pobreza multidimensional, atribución conferida por la reforma constitucional desde que absorbió las funciones del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).
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El dato que evidentemente atrajo el reflector fue que entre 2022 y 2024 la población en situación de pobreza multidimensional pasó de 46.8 a 38.5 millones: la disminución fue de 8.3 millones de personas. Además, la población en situación de pobreza extrema se redujo de 9.1 a 7.0 millones.
En Coahuila, por ejemplo, la pobreza bajó de 18.2 al 12.4 por ciento, es decir, un equivalente a 421 mil 800 personas en la entidad.
Para comprender: la pobreza multidimensional incluye a las personas que viven en pobreza moderada y extrema, y se mide según la línea de pobreza, en la que se evalúa si los ingresos mensuales de la población son suficientes para adquirir los productos de las canastas alimentaria y no alimentaria, así como para definir el espacio del bienestar económico; el acceso que tenga la población a derechos como la educación, la salud, la seguridad social, la vivienda y la alimentación; y el monto de recursos a los que acceden las personas y el mínimo que se requiere para adquirir bienes y servicios.
¿Por qué es importante esto? Porque llama la atención que las carencias sociales no necesariamente muestran una disminución. En Coahuila, por ejemplo, la población por carencias sociales pasó del 24.1 al 26.1 por ciento. El 20.3 por ciento de la población no cuenta con servicios de salud y el 13.3 por ciento vive en rezago educativo. Además, el 9 por ciento come una sola vez al día.
Estas son las principales carencias sociales en la entidad. En el país, 6 de cada 10 mexicanos tienen al menos una carencia social. Según el Inegi, en 2024, 3 de cada 10 personas no tenían garantizado el ejercicio de al menos uno de sus derechos sociales, como educación, salud, seguridad social, vivienda y alimentación, y su ingreso mensual por persona no fue suficiente para adquirir una canasta alimentaria, bienes ni servicios necesarios.
Asimismo, como se mencionó, entre 2022 y 2024 aumentó el porcentaje de población vulnerable por carencias sociales en 2.7 puntos porcentuales, para ubicarse en 32.2 por ciento en 2024, a pesar de que se redujeron las carencias por acceso a educación, salud, seguridad social, vivienda y alimentación.
AL TIRO
Los datos presentados ameritan una segunda lectura que obliga a matizar una narrativa triunfalista. Sí, disminuyó la cantidad de pobres, pero ¿cómo es posible que baje la pobreza y suban las carencias?
Para empezar, el concepto de “pobreza multidimensional” es complejo y exige mirar más allá del ingreso: una persona puede ganar apenas lo suficiente para comer, pero seguir sin acceso a servicios de salud, educación, vivienda digna o seguridad social. Y eso, aunque no lo excluye de la categoría de “no pobre”, sí lo coloca en una posición de altísima vulnerabilidad.
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En otras palabras: se puede salir de la pobreza sin salir de la precariedad.
Estos resultados dejan claro que las políticas públicas deben ir más allá del aumento de ingresos: la medición de la pobreza no debe ser una carrera por ganar titulares, sino una brújula para orientar decisiones profundas y sostenidas. Porque, aunque los números bajen, si la calidad de vida no mejora, el progreso es apenas aparente.