Doble amenaza de Trump: cómo renegociar un ganar-ganar

Opinión
/ 22 julio 2025

Una renegociación que introduzca aranceles diferenciados y acorte los plazos de revisión del tratado minaría los fundamentos de integración que dieron origen al T-MEC

La doble amenaza de Donald Trump al amagar con una renegociación del T-MEC bajo términos más agresivos, junto a la escalada de aranceles sectorizados, coloca a la industria mexicana, particularmente a la automotriz y manufacturera del norte del país, ante un escenario adverso que ya comienza a frenar inversiones y a paralizar proyectos bajo un simple argumento: la incertidumbre.

En Coahuila, uno de los motores industriales del país, la incertidumbre se ha convertido en un obstáculo estructural. La imposición de nuevos aranceles representa un golpe directo a la rentabilidad de la producción nacional.

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En medio de este escenario, es importante que el gobierno mexicano asuma que estas amenazas requieren no sólo de la diplomacia política de más alto nivel, sino también de técnicos negociadores que tengan un plan de acción ante los amagos del mandatario norteamericano.

A nivel local, actores empresariales como Diego Gándara Cavazos, presidente de la Asociación de Industriales y Empresarios de Ramos Arizpe (AIERA), advierten que este entorno de presión ya está encareciendo los procesos productivos, reduciendo el margen que históricamente hacía de México un socio estratégico para la manufactura regional.

El escenario que plantea Washington apunta a una renegociación más rígida en términos de contenido regional, es decir, un mayor porcentaje de insumos y procesos que deban originarse dentro de la región para cumplir con las reglas del tratado. Pero ese endurecimiento no implica automáticamente un traslado masivo de plantas a suelo estadounidense.

Las condiciones estructurales de México siguen siendo favorables: producir un automóvil en Estados Unidos puede costar hasta 30 por ciento más que en México, además de enfrentar un déficit de mano de obra calificada mucho más severo que el nacional.

No obstante, el margen de ventaja mexicana se reduce conforme se endurecen las reglas y crece el proteccionismo. Las decisiones de inversión ya no se toman con la misma claridad y muchas empresas mantienen en pausa sus expansiones. Esto afecta de manera directa a estados como Coahuila, donde la industria automotriz representa una fracción crucial del Producto Interno Bruto y emplea a decenas de miles de trabajadores.

Por ello, hablar hoy de una “renegociación viable” parece más un deseo que una realidad. Una renegociación que introduzca aranceles diferenciados y acorte los plazos de revisión del tratado minaría los fundamentos de integración que dieron origen al T-MEC. En un modelo de producción altamente interdependiente, alterar las reglas sin coordinación puede ser más destructivo que transformador.

Es por eso que México necesita llegar a la mesa con datos sólidos, argumentos técnicos y voluntad política, no sólo para defender su posición, sino para preservar la estabilidad de un ecosistema productivo que, pese a los retos, sigue siendo altamente competitivo y estratégico para toda Norteamérica.

El reto que tiene el gobierno de Claudia Sheinbaum es clave no sólo en el corto plazo. Es por ello que se requiere que las mentes más brillantes participen en un plan de acción que encuentre “cómo sí” pueden confluir los intereses de Estados Unidos y de México.

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