Dolores del Río y los Arieles
Para inicios de los años 30 y recién obtuvo su divorcio, Dolores contrajo nupcias por segunda vez con el renombrado director de arte hollywoodense Cedric Gibbons
El pasado martes 11 se cumplieron cuatro décadas de la muerte de Dolores del Río, la primera gran estrella mexicana en Hollywood durante la época del cine mudo y de Oro del Cine Mexicano después.
Nacida en el seno de una familia duranguense de abolengo en la capital del estado de Durango el 4 de agosto de 1904 bajo el nombre de María de los Dolores Asúnsolo y López Negrete, luego de que su familia perdió todos sus bienes durante la Revolución Mexicana y mudarse a la capital el país, en 1921 asiste a un baile a un baile organizado por un grupo de señoras de la alta sociedad a beneficio de un hospital donde conoce al aristócrata Jaime Martínez del Río quien se convierte ese mismo año en su primer esposo y de quien adopta sus dos apellidos, siendo el último, el del Río, el que escoge como nombre artístico cuando en 1925 la conoce el cineasta norteamericano Edwin Carewe, quien queda fascinado con Dolores, invita a la pareja a trabajar en Hollywood y el resto es historia.
Entre 1926 y 1927 Dolores triunfa junto a su primo también de origen duranguense Ramón Novarro (“Ben-Hur”) en la Meca del Cine todavía en la etapa del cine silente en filmes como “White Price Glory”, y “The Loves of Carmen”, ambas dirigidas por Raoul Walsh, y dado que a partir de 1927 como bien lo comentamos la columna pasada por los 100 años de la Warner Bros. que “El cantante de jazz” hizo historia por ser la primera película sonora del cine hollywoodense, Dolores tuvo la fortuna de que gracias a su perfecto inglés no sufrió por su acento al escucharla hablar y hasta cantar a partir de “Ramona”, su primera película sonora dirigida por el mencionado Carewe, y su carrera fílmica continuó en ascenso a pesar del advenimiento a finales de la década de la Gran Depresión.
Si bien este evento histórico afectó la estabilidad financiera y personal de Dolores con su esposo Jaime, para inicios de los años 30 y recién obtuvo su divorcio, Dolores contrajo nupcias por segunda vez con el renombrado director de arte hollywoodense Cedric Gibbons, quien además de haber hecho su propia historia ganando un total de 11 premios Oscar como ya hemos mencionado en estos espacios fue quien diseño la estatuilla del Oscar teniendo como modelo al compatriota de Dolores, el coahuilense Emilio “Indio” Fernández, al que conoció como bailarín en una de sus películas y posteriormente la invitaría a ser su actriz fetiche en la que sería una de las grandes mancuernas de la Época de Oro del Cine Mexicano.
Bajo las órdenes de “El Indio; ya convertido en director en su país natal a partir de “la Isla de la Pasión” (1941), Dolores protagoniza los clásicos “Flor Silvestre” (1943); “María Candelaria” (también de 1943 y ganadora en Cannes); “Las abandonadas” (1944), que le da a ganar a Dolores el primer premio a la Mejor Actriz en la historia de los Arieles; “Bugambilia” (1944) y “La malquerida” (1949), para seguir activa entre México y Hollywood hasta su última película “Los hijos de Sánchez”, de Hal Bartlett, al lado del actor mexicano dos veces ganador del Oscar Anthony Quinn. Dolores es la única mexicana en tener en el Paseo de Hollywood una estrella, un mural y junto a Mae West, la afroamericana Dorothy Dandrige y la asiática Anna May Wong, una de cuatro estatuas de plata representando ahí la multiculturalidad.
Para terminar y ya que hablamos de Arieles, la semana pasada desconcertó que al anunciar la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas que las entrega las películas inscritas que “Bardo”, de Alejandro González Iñarritu, escogida por la misma para representar a México en los Oscares no fue inscrita por sus creadores para acceder a algún Ariel, así como lo hizo Cuarón con “Y tu mamá también”.
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