El apagón sexenal

Opinión
/ 10 mayo 2024

“A María Amparo Casar, con mi aprecio y solidaridad”.

El apagón del sistema eléctrico mexicano es una metáfora implacable y certera: el sexenio se apaga.

El reloj marca ineluctablemente las horas por transcurrir hasta el 30 de septiembre de 2024.

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La narrativa oficial insiste: no hay apagones, sólo se va la luz. De la misma manera, puntualizan que no hay más violencia, sólo aumentaron los homicidios.

Vaya ironía, terminar el periodo presidencial entre apagones, cuando al menos en la narrativa desde el 1 de diciembre de 2018, se auguraba una gesta heroica luminosa y fulgurante, la autodenominada Cuarta Transformación.

El presidente entrante se colocó a sí mismo en un sitial, a la altura de Miguel Hidalgo y Costilla, José María Morelos y Pavón; de Benito Juárez; de Francisco I. Madero, y de Lázaro Cárdenas del Río.

En 1934, el general presidente Cárdenas transformó la naturaleza del poder, para erigir un presidencialismo centrado en el Estado mexicano y sus instituciones, no en una sola persona. Durante su mandato se crearon el Instituto Politécnico Nacional (IPN) y el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH). Cárdenas acogió a cerca de cuarenta mil refugiados de la República española, quienes a su vez dieron vida a la Casa de España, hoy El Colegio de México, y asimismo fortalecieron facultades e institutos de investigación en la UNAM y en otras universidades, así como al Fondo de Cultura Económica. Se nacionalizaron la industria petrolera y los ferrocarriles.

El actual presidente busca la captura y el control político del Instituto Nacional Electoral (INE) y de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN). Asimismo, persigue la eliminación de siete órganos autónomos y entidades reguladoras, como la Comisión Federal de Competencia Económica (Cofece) y el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (Inai), al Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), la Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación, el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT), la Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH), y la Comisión Reguladora de Energía (CRE). En conjunto, el resultado ha sido un debilitamiento muy extendido de las capacidades de la administración pública federal.

Quizá la mayor transformación que logró fue la militarización de la seguridad pública, una apuesta cuyos resultados dejan mucho que desear, pues más botas en el terreno no han generado mayor seguridad, ni han disminuido los índices de violencia.

La 4T se propuso poner al sistema político al servicio de una sola persona, no de la sociedad mexicana.

En la ruta hacia el 2 de junio, el presidente ha desacatado 28 llamadas de atención de las autoridades electorales, para que deje de intervenir ilegalmente en los comicios.

Pero regresemos a los hechos. La trascendencia es difícil de alcanzar cuando la obra de gobierno simplemente no alcanza para tan elevado propósito, y cuando todavía falta el juicio sobre su comportamiento como expresidente.

Está en curso una operación quirúrgica para implantar en las mentes de muchos una sola evaluación sexenal verdadera, la que emana de Palacio Nacional. Esa versión eleva al prócer hasta la altura de Hidalgo, Morelos, Juárez, Madero y Cárdenas. Yo no lo alcanzo a ver así, pero quizá se deba a que hay apagón.

@Carlos_Tampico

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Nació en Tampico, Tamaulipas. Desde 2009 es profesor investigador del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), donde coordina el Programa de Estudios de Estados Unidos. Es coordinador académico del Diplomado en Migración y Gobernanza del CIDE e Iniciativa Ciudadana para la Promoción de la Cultural del Diálogo, AC. Fue diputado federal (PRD) en la 57 Legislatura al Congreso de la Unión. De 2003 a 2008 fue asesor en asuntos internacionales del Gobernador Lázaro Cárdenas Batel en Michoacán. Es asociado fundador del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales (Comexi) y del Consejo Asesor del Instituto de México en el Centro Woodrow Wilson, en Washington, DC. Habla inglés con acento de Minnesota y francés con entonación quebequense, aunque su sueño dorado es aprender chino mandarín. Nunca aprendió a tocar instrumento musical alguno, pero no canta mal las rancheras. Le va a las Chivas y al Barça. Es fan del cine de Iñárritu, de Almodóvar y de Tarantino. Es economista egresado del ITAM, con Maestría en la Universidad McGill, y Doctorado en Economía por la UNAM.

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