El arte de chingarse solito (manual del autosabotaje)

Opinión
/ 1 agosto 2025

Mis queridos lectores, si van a fallar, que sea por intentar, no por quedarse mirando desde la banqueta

Si hay un talento que todos tenemos y pocos dominan con elegancia, es el de chingarnos solitos. Porque sí, aunque nos hagamos los ofendidos con el mundo, aunque pongamos cara de “¿por qué a mí?”, lo cierto es que muchas veces somos el arquitecto, albañil y demoledor de nuestras propias tragedias.

No se necesita un enemigo cuando uno mismo se sabotea con tanta precisión. Lo hacemos en lo personal, en lo profesional, en lo emocional y, lo peor: sin darnos cuenta. O bueno, sí nos damos cuenta, pero preferimos culpar al tráfico, al sistema, a la economía, al horóscopo o al perro que se tragó nuestra motivación.

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Somos especialistas en meternos el pie, caernos, hacernos los heridos y luego gritar “¡¿quién fue?!”. Así de ridículos.

Por eso, queridos lectores, les traigo el manual para autosabotearse (edición deluxe). Porque el arte de chingarse solito no se improvisa. Se aprende a putazos.

1. Procrastinar con estilo

Nada como tener un proyecto chingón entre manos y dejarlo para después. “Hoy no ando al 100, mañana empiezo bien”. Y así pasan los días, hasta que el proyecto caduca y usted hace una obra maestra de nada.

2. Esperar a sentirse “listo”

Spoiler: nunca vas a estar listo. Nadie lo está. Pero usted ahí sigue, esperando el momento perfecto, como si la vida tuviera semáforo verde. Mientras tanto, otros menos preparados que usted ya arrancaron, ya se equivocaron, ya aprendieron y ya le rebasaron.

3. Creer que el éxito ajeno le quita algo

Compararse es el camino más rápido al hoyo. “¿Y por qué él sí y yo no?”. Pues porque él sí lo hizo. Así de simple. No es magia, no es suerte, es ejecución. Usted pensó 10 veces cómo hacerlo, él lo hizo mal 5, corrigió, y ahora cobra por enseñar lo que usted todavía está rumiando.

4. Pensar que necesita motivación

No cabrón. Necesita disciplina. La motivación se siente bonito, pero dura lo que un reguetón de TikTok. La disciplina, esa sí te levanta aunque no quiera. Esa sí te mantiene firme cuando todo arde. Y no se compra ni se hereda: se forja.

5. Alimentar su ego con excusas

Esa frase de “es que yo soy muy perfeccionista” es el disfraz más fino de la hueva y el miedo. No es perfeccionista, es cobarde. El perfeccionismo muchas veces no es otra cosa que un pretexto elegante para no terminar nada.

Por desgracia, uno no se da cuenta de cómo se sabotea. Hay formas sutiles y peligrosamente aceptadas de autosabotaje. Algunas que hasta la sociedad aplaude.

“Estoy esperando la señal”. Ah, ok. ¿De qué tipo? ¿Un rayo? ¿Una paloma que haga breakdance? A veces la única señal que necesita es que se le está yendo la vida esperando señales.

“Primero necesito sentirme bien emocionalmente”. Claro, porque los que logran cosas siempre están en paz espiritual, ¿no? ¡Por favor! Muchos lo hacen con ansiedad, miedo, tristeza o crudas existenciales, pero lo hacen. Y eso hace toda la diferencia.

No tengo los recursos”. Y eso detiene a los mediocres. Los cabrones creativos hacen con lo que hay. Improvisan, ajustan, y si no tienen un escenario, hacen ruido en la calle. Pero hacen.

Y claro, mi favorita, y de muchos, estoy seguro. El clásico “ya ni modo”. Una joya de excusa. La usamos cuando ya estamos en el lodo, como si no pudiéramos salir.

“Ya engordé, ni modo”. “Ya la regué, pa’ qué intento”. “Ya me atrasé, mejor empiezo el próximo mes”. El “ya ni modo” es el anestésico favorito del mediocre funcional. Ese que se resigna a su miseria disfrazada de aceptación.

¿Y entonces qué? ¿Nos seguimos jodiendo o qué pedo? Mire, esto no es un sermón. No vengo a decirle que puede cambiar su vida con una sonrisa o que el universo conspira a su favor (el universo ni le pela si no se mueve). Pero sí hay algo que puede hacer, y es básico:

Deje de chingarse solo.

Empiece por reconocer cuándo se está metiendo el pie. Póngase incómodo. Póngase en evidencia. Y luego, actúe diferente. No espere a sentirse “listo”, actúe aunque no tenga ni puta idea de cómo. Corrija en el camino. Pero camine.

Haga cosas aunque no le salgan perfectas. Láncese aunque no tenga todas las respuestas. Calle al saboteador que vive en su cabeza y que se disfraza de prudencia.

Porque, mis queridos lectores, si van a fallar, que sea por intentar, no por quedarse mirando desde la banqueta.

El día que deje de hacerle caso al pendejo interno que lleva dentro, las cosas van a cambiar.

No se trata de tener confianza, se trata de tener huevos. De no hacerse el pendejo sabiendo que usted mismo está saboteando su camino. La vida no va a esperarle, ni va a darle segundas oportunidades sólo porque tiene buena intención. Así que deje de justificar su inmovilidad. No le eche la culpa a nadie más. Porque si algo tiene este arte de chingarse solito es que nadie lo hace tan bien como usted. Y lo peor... es que ya lo sabía.

Y sí, habrá momentos raros en la vida. Días en los que todo está como siempre y de pronto, sin hacer ruido, algo llegará. No pedirá permiso ni se anunciara con trompetas, sólo se plantara ahí, como si siempre hubiera estado. Y uno, con su tendencia autodestructiva tan bien entrenada, casi lo empujará, casi lo ahuyentará, casi lo ignorará.

Pero como dije, lo más valioso suele aparecer en silencio, sin anuncios ni promesas, justo cuando menos uno lo espera. Lo importante es reconocerlo, protegerlo, y entender que a veces la mejor forma de agradecer es simplemente no sabotear lo que llegó para quedarse. Pero al fin y al cabo, esta es solamente mi siempre y nunca jamás humilde opinión. Y usted... ¿Qué opina?

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Oriundo de Matamoros, Tamaulipas, México, estudió la carrera de Licenciatura en Comercio Exterior, pero debido a su gran pasión e interés por la cocina, decide estudiar posteriormente la carrera de Profesional Gastronómico, la cual ejerce actualmente. Se ha desarrollado como Chef de distintos restaurantes. Es miembro de distintas organizaciones gastronómicas como: La Sociedad Mexicana de Gastronomía, Embajadores Gourmet sede México, así como además de estar certificado ante la WACS (World Association of Chefs Societies/ Asociación Mundial deSociedades de Cocineros) de París, Francia. Y Master Pizzaiolo ante la AVPN (The True Neapolitan Pizza Association (Associazione Verace Pizza napoletana,AVPN). Actualmente, se dedica a impartir cursos, talleres, masterclass y conferencias, así como brindar servicios de asesoría y consultoría gastronómica a distintas empresas y restaurantes.

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