El bebé de Nirvana

COMPARTIR
TEMAS
Hay un sujeto, haragán y bueno para nada, llamado Spencer Elden, quien no posee ninguna particularidad o talento que lo distinga, salvo el hecho de que a los cuatro meses de edad (hoy tiene 30 años) fue objeto de una sesión fotográfica cuyo trabajo resultante sirvió como el arte gráfico para la portada del álbum “Nevermind” de la mítica banda de grunge, Nirvana.
El disco se convirtió en un clásico casi instantáneo, gracias a su pegajoso y demoledor sencillo “Smells Like Teen Spirit” (“Huele a Sobaco el Chamaco”). El LP es bastante bueno en general si uno atiende más al ‘feeling’ interpretativo que a las limitaciones de un movimiento que básicamente era una reinvención del punk. El éxito convirtió a la portada de “Nevermind” en una de las estampas más reconocibles de la historia de la música y de finales del siglo 20.
En la imagen, el bebé Elden está nadando desnudo, completamente sumergido en una piscina, con brazos y piernas extendidas. Frente a él, el elemento más sugerente: Un billete de un dólar enganchado a un anzuelo que el bebé observa, probablemente tentado. La perspectiva nos permite apreciar por encima de la cabeza del pequeño la superficie resplandeciente del agua. También son observables los genitales del menor, que dejan en claro que se trata de un varoncito. En la esquina inferior izquierda, a dos pisos, el nombre del álbum (de 1991) y el de la banda.
Los bebés, si me permite decirlo, son básicamente unas bolas de carne cruda con muy pocos rasgos distintivos. Tanto así que los hospitales cometen a veces errores y las familias terminan criando al hijo de alguien más (¿ya volteó a ver con recelo a su bendición?). Lo menciono porque si el tal Spencer Elden no le gritara al mundo de tanto en tanto que él es “el bebé de Nirvana” nadie jamás se habría dado por enterado porque muy poca relevancia tiene la carrera de un ‘modelo’ de cuatro meses de nacido.
El trabajo o actividad primordial de Elden es, según su biografía, “artista urbano” (o sea que no se nos logró). Y aunque hoy afirma que se violaron sus derechos y que la foto en cuestión le acarreó ‘daños irreversibles’, él mismo ha sido quien a la menor excusa, ofrece una entrevista o recrea la portada. Todo es que le lleguen al precio.
El año pasado presentó una demanda contra los miembros supervivientes de la banda (sí, David Grohl incluido) y Universal Music por los cargos de pornografía infantil. Los juristas se rieron de la demanda y la corte desestimó el caso. Si el sistema de justicia fuera más estricto, Elden acabaría encarcelado por hacer perder el tiempo de las autoridades, pero seguramente se apiadan de él porque saben que es un pobre diablo aferrándose a lo más notable que le ha ocurrido en su patética existencia.
Muy a propósito de “bebés explotados”, la semana inició explosiva con nuevo escándalo en contra de los monarcas de Nuevo León, Su Fosforescencia, Mariana y el tercer Hermano Lelo perdido, Samuel García.
Resulta que los reyes del vecino Reino de Multimedios estaban tan aburridos el viernes que ordenaron a la servidumbre: “Traed un bebé para que nos amenice el tedio del fin de semana... ¡Y decidle al hechicero que se apure con la pócima para quitarle lo feo al rey!”.
El bebé que les llevaron, de cinco meses, no lo sustrajo un lacayo de la casa de unos aldeanos pobres de los alrededores, sino que fue proporcionado por el sistema DIF local que lo tiene a su resguardo y cuya salida autorizó en toda regla, bajo un programa preexistente. Ese es el primer punto en favor de la pareja de influencers/gobernantes, que la convivencia se dio en un marco legal. Sí, sí, ya vamos a la parte cuestionable.
Los indignados acusan que se utilizó esta convivencia con fines políticos, de imagen y relaciones públicas, y lo más probable es que sí. Incluso creo que su influencia fue decisiva para que el proceso se facilitara (tampoco me crea tan ingenuo como para no percibirlo; sé bien que esta parejita tiene la delicadeza de un pinche tractor para hacer las cosas). ¿So...?
¿Es objetable? Sí. ¿Reprensible...? También. ¿Punible...? No sé. Dígame: ¿El bebé está bien? ¿Sufrió algún tipo de maltrato? ¿Sobrevivió a la pendejez de sus anfitriones de ocasión?
¿Le dieron cheve con pizza para cenar acaso? ¿Lo echaron al agua a ver si flotaba? Mire: Lo más seguro es que el bebé estuvo mejor atendido, apapachado y vigilado de lo que ha estado desde el día en que nació.
¡Ah, pero es que violaron su privacidad! ¡Su intimidad! ¡Sus derechos humanos! Lo utilizaron con un propósito y luego lo desecharon y se olvidaron de él.
Pues sí. ¿Y...? Igual se ha venido haciendo desde la invención de los comicios y las campañas políticas. No hay nada más frecuente y ordinario que un político besando bebés y retratándose con ellos para dar una imagen de bonhomía, de calidez, de cercanía y de protección. ¿Se violan sus derechos? Probablemente sí. Igual que los del niño Yuawi, cuyo jingle político “Movimiento Naranja” se convirtió en single y acabó remixeado al ritmo del techno-dance en los antros de todo México. ¿Y...?, como dijo Lucero: no los veo arrancándose el cabello.
“¡Pobre bebé! ¡Lo utilizaron para un comercial y el lunes lo regresaron al DIF! Le voy a dar un ‘me emputece’ para que ni ese bebé ni ningún otro vuelva a salir nunca del DIF”. Adelante. Está usted en toda su libertad de hacerlo. Pero en serio, si es usted de los que sube al cielo y pega un grito, como Tito Capotito, le suplico: ¡Cálmense mucho! ¡Relájense ‘un bastante’!
Le juro que no creo en la nobleza del gesto de la gobernadora Mariana y su esposo el bufón de la corte; pero tampoco creo que hayan utilizado al bebé en un ritual para ofrendar su sangre a Patitas de Cabra a cambio de ganar la Presidencia de la República y belleza eterna para Mariana. Me inclino más a pensar que el bebé tuvo suerte por un fin de semana, lo pasearon y le hicieron algunos regalos.
Le recuerdo que el caso Guardería ABC se quedó impune; que la trata y explotación infantil en nuestro País rebasan nuestra credulidad; y que la compra venta de menores en comunidades indígenas se desestima desde la Presidencia, por supuestas razones de “preservación de usos y costumbres”.
Si se va a indignar, no lo haga por un niño que salió en un comercial político, porque de todos los menores antes citados, yo preferiría ser el que pasó un fin de semana con los cabezas de alcornoque de Mariana y Sammy.
Y si un buen día del año 2051, este bebé regio reaparece para denunciar que a los cinco meses fue explotado y busca interponer multimillonaria demanda, será sólo porque se convirtió en un verdadero cretino, igual que el bebé de Nirvana y todos los que le hacen el caldo gordo.