El constructor de un imperio: José Miguel Sánchez Navarro ½
A diferencia de otros lugares aledaños, cuya riqueza era la minería o la agricultura, el principal recurso de Coahuila en tiempos de la Colonia era la tierra. Enormes extensiones territoriales constituían la provincia, marcada por una constante escasez de agua a causa de sus pocos manantiales y las grandes distancias a que estaban situados unos de otros. Esa característica favoreció el florecimiento de grandes latifundios integrados por varias haciendas, dedicadas casi todas a la cría de ganado menor. Uno de ellos, el más grande de América, surgió a mediados del siglo 19, y con él una interesante figura delineada en la persona de su fundador: el cura José Miguel Sánchez Navarro.
Charles H. Harris III, en “El imperio de la familia Sánchez Navarro, 1765-1867”, afirma que José Miguel es descendiente en línea directa de Juan Navarro, uno de los primeros 15 pobladores españoles de la villa de Saltillo y propietario del primer molino de trigo en Norteamérica, instalado en los rumbos de La Hibernia. José Miguel pertenece a la cuarta generación. Es hijo mayor del capitán Cristóbal José y de Ana Josefa Rodríguez, y nació en Saltillo en 1730. Hizo estudios religiosos en el Colegio de Nuestra Señora de Guadalupe, en Zacatecas, y apenas graduado de bachiller en cánones en 1755, recibió el nombramiento de cura párroco de la iglesia de Santiago de la Monclova. Con el cargo, el joven cura ganó prestigio y renombre, y a los 25 años de edad se convirtió en uno de los miembros más respetados y de mayor influencia en la comunidad.
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Los Sánchez Navarro desempeñaron un papel importante en el desarrollo de la región. Algunos de sus miembros trabajaron el molino de trigo de su familia, otros destacaron en la milicia, algunos más se dedicaron a la Iglesia. En general, la familia disfrutaba de una significativa posición social que respaldaba sus negocios. En 1705, el padre de José Miguel vendió el molino y adquirió en el Nuevo Reino de León una prometedora mina de plata.
No habían pasado siete años como cura párroco cuando se le nombró administrador de los diezmos en Coahuila. En su época, los curas podían ser terratenientes y administrar sus bienes sin ninguna dificultad, por lo que esta segunda encomienda le colocó en una posición ventajosa. Le permitió afianzar su autoridad y durante los 11 años que la ejerció, la aprovechó para hacer crecer sus negocios particulares y emprender otros nuevos, de modo que llegó a ser el hombre más rico de su tiempo.
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Desde la década de 1750 había comenzado a hacer modestas operaciones económicas, iniciándose en el comercio con el establecimiento de una tienda en un terreno que había adquirido frente a la plaza principal, cerca de la parroquia. El negocio creció tanto que poco tiempo después hubo de llamar a su hermano José Gregorio, quien se estableció en Monclova, y bajo su dirección la tienda prosperó rápidamente. Sin embargo, los fondos de la administración de los diezmos provinciales manejados con visión empresarial por José Miguel, resultaron excelente negocio y contribuyeron sustancialmente a la fortuna que día a día amasaban los socios, pues además de la comisión que le correspondía al cura como administrador, la especulación con la venta de los diezmos que recibía en especie le produjo enormes ganancias. José Miguel, quien no perdía una oportunidad de negocios, sentó con estas actividades las bases para consolidar el poderío económico de la familia.
La fundación del latifundio inició en 1765 con la compra de porciones de terreno en los alrededores de Monclova. A estas primeras adquisiciones siguieron otras y, finalmente, los Sánchez Navarro, dueños ya de varias haciendas, ejercen la ganadería en gran escala. A medida que adquirían más ranchos, el control de la productividad se complicaba, pues José Gregorio estaba dedicado a la tienda que surtía a los habitantes de la región todo lo que pudieran necesitar y el cura a sus actividades religiosas y a la recaudación de los diezmos. José Miguel llamó entonces a Manuel Francisco, otro de los hermanos, para hacerse cargo de la administración general.