El costo de la democracia, ¿debe ser tan alto?
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Después de cada elección, uno de los elementos que a menudo se revisan, tanto por la prensa, como por organizaciones civiles, es el costo del voto.
Sin lugar a dudas, la democracia requiere de una inversión, no sólo económica, sino también de esfuerzos y de tiempo.
En los últimos años, ha habido voces que cuestionan si el costo de la democracia para el país, y en los casos concretos de las entidades, es justo o si está siendo demasiado alto, al destinar carretadas de recursos públicos para que ésta pueda operar correctamente.
En el caso concreto de Coahuila, luego de los recuentos de votos, se puede sostener que el costo de cada sufragio en la elección pasada se elevó en un 64 por ciento, al compararlo con la última elección a gobernador, es decir, los comicios de 2017.
En un cálculo simple, se puede decir que este costo fue incluso superior a la inflación que se ha registrado en este periodo, ya que de junio de 2017 a mayo de 2023 -último dato disponible-, la vida se ha encarecido en un 35 por ciento.
Sin embargo, este dato se ve impactado por otros factores, como es la participación ciudadana.
En los comicios del pasado domingo, la sociedad coahuilense dio un paso hacia atrás al acudir en menor número a las urnas. Esto lleva a un signo inequívoco en detrimento de nuestra democracia, ya que es un reflejo que una parte importante de los coahuilenses dejó en manos de otros la decisión sobre el futuro de nuestra entidad, al menos el derrotero de los próximos seis años.
Estos datos sobre el costo de la democracia deben llevar al menos a dos reflexiones.
La primera: ¿qué estamos haciendo como sociedad para fomentar la participación ciudadana en temas centrales de nuestra democracia como lo es acudir a las urnas?
La segunda reflexión debe girar en torno a los recursos públicos que se han orientado hacia esta tarea. Si bien es impensable que se deba hacer un recorte drástico, sí se debe valorar cómo podemos hacer el mejor uso de este dinero, para evitar un dispendio que en nuestros tiempos resulta indeseable gastar por gastar.
Estos planteamientos deberían encontrar eco tanto en la ciudadanía como en la clase política, para encontrar una fórmula que fortalezca el sistema democrático de nuestra entidad, en aras de construir una mejor sociedad.