El estigma hacia las enfermedades del alma

Opinión
/ 4 mayo 2024

Hay un estigma en torno a la depresión, la ansiedad y otros problemas de salud mental con cifras dramáticas, pues de acuerdo a cifras oficiales, la ansiedad afecta a una cuarta parte de los adultos. Muchas cosas pueden provocar sentimientos de ansiedad, incluidas las presiones de los exámenes, las relaciones, u otros acontecimientos importantes de la vida. Los problemas económicos son, por supuesto, uno de los principales motivos para sentirnos ansiosos cuando se trata de cosas que tienen que ver con el dinero.

Otras investigaciones afirman que más del 80% de las personas con enfermedades mentales graves, dicen que experimentan un gran estigma: Y es que aceptémoslo, nadie recomendaría para un trabajo a alguien que sufre de esquizofrenia, e incluso los profesionales de la salud mental tienen actitudes negativas hacia ellos.

Además, piense en que la psicología y la psiquiatría se han apoderado de la industria cinematográfica, y qué enfermedades mentales como la psicosis tienen muy mala prensa. La cobertura de los medios de comunicación, ayuda muy poco a la causa de las personas problemas graves de salud mental cuando aparecen en las noticias, lo más frecuente es que se asocien con (raros) incidentes violentos, pero estamos repletos de series y películas con historias de terror y asesinatos de personas que sufrían psicosis y otras enfermedades mentales. Lo cierto es que estas narrativas están sesgadas, pues la conexión entre violencia y enfermedades mentales son, en el mejor de los casos, débiles. Una revisión científica reciente sobre el vínculo concluyó que, incluso si se eliminaran los trastornos psicóticos y del estado de ánimo, “el 96% de los actos violentos seguirían ocurriendo”.

Por lo tanto, los trastornos de salud mental graves necesitan más campañas de desestigmatización, e investigadores de la ciencia de comportamiento aseguran que entre más gente acepte que ha pasado por depresión u otras afecciones mentales, el estigma desaparece.

Y es que recuérdelo no están enfermos de diabetes, cáncer o hipertensión. Su enfermedad no está en el cuerpo; están heridos del alma, lastimados de su espíritu. Son “Los renglones torcidos de Dios” a que hacía mención el escritor español Torcuato Luca de Tena, hombres y mujeres olvidados por todos, pero estigmatizados por una sociedad que los tilda de “locos”.

Los datos son abrumadores. Un 12 por ciento de la población mundial, alrededor de 400 millones de personas, sufren trastornos mentales y neurológicos u otro tipo de problemas y que las enfermedades mentales más comunes son la esquizofrenia, Alzheimer, epilepsia, alcoholismo y depresión. Ojo que de estas cifras hay que excluir a esos que no padecen ninguno, pues a ellos lo único que les ocurre es que son simplemente idiotas, un mal contagioso que alcanza proporciones de pandemia.

Se sabe que lo que causa la locura y los trastornos mentales tiene orígenes que van desde lo biológico hasta procesos humanos: el abuso del alcohol y drogas, baja autoestima, estrés, divorcio, pérdida del empleo y otras causas. Y aunque la ciencia médica muestra avances notables con el desarrollo de fármacos como son los ansiolíticos y antidepresivos, en los últimos 20 años, de acuerdo a las cifras del Inegi, casi 100 mil mexicanos murieron a causa de estas enfermedades.

Pero encontrar ayuda profesional para enfrentar y soportar con dignidad esta condición se torna casi imposible ante la escasez de centros especializados de salud mental y recursos humanos. El sistema de salud se encuentra rebasado ante la creciente demanda de una sociedad enferma.

Es este el delirante y crudo destino que deben afrontar algunas personas que sufren de trastornos mentales. Usted y yo los vemos, están cercanos a nosotros, algunos más los encontramos frente al espejo; son seres normales que, de pronto, sufren episodios devastadores que los desequilibran para después ser arrojados a profundas y oscuras aguas. Pero piénselo bien, porque tal vez y como afirmó el poeta alemán Heinrich Heine, “la verdadera locura quizá no sea otra cosa que la sabiduría misma que, cansada de descubrir las vergüenzas del mundo, ha tomado la inteligente resolución de volverse loca”.

@marcosduranfl

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