El juego perfecto
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Tengo en mi casa una pelota.
No es cualquier pelota esta pelota, no es una pelota cualquiera. Es, por principio de cuentas, una pelota de beisbol. Eso le da ya mucha dignidad. Pero además es una pelota histórica: está firmada por Don Larsen, famoso pitcher de los Yanquis de Nueva York, y por Yogi Berra, legendario catcher de aquel equipo legendario. Y la pelota tiene la fecha del día en que Larsen lanzó un juego perfecto en Serie Mundial. Ese día es el 8 de octubre. El año es 1956.
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Al terminar aquel partido, ya en los vestidores, Larsen y Berra firmaron una serie de pelotas en las cuales pusieron la fecha y las iniciales PG, que corresponden a “Perfect game”: juego perfecto. Yo soy el afortunado dueño de una de esas pelotas. La encontré en una tienda de antigüedades de Las Vegas. Sin vacilar la compré. Al regresar a México la declaré en la aduana americana.
-No puede usted sacar de los Estados Unidos este objeto -me dijo la encargada tras ver y examinar la pelota.
-¿Puedo preguntar por qué no? –dije.
-Es una antigüedad -me respondió-. Su salida está prohibida por la ley.
-Perdone usted -le dije-. En los términos del Manual de Anticuarios de Estados Unidos un objeto no se considera antiguo si no tiene por lo menos 50 años. With all due respect, esta pelota no tiene esa antigüedad.
Me dijo la mujer:
-Permítame un momento.
Llevó consigo la pelota a una oficina adjunta. Volvió a poco, me la entregó y me dijo sencillamente:
-Tiene usted razón. Puede pasar.
Ahora esa pelota, enmarcada con la célebre fotografía en que al cantarse el último out Berra se lanza a los brazos de Don Larsen, está en un lugar preferente de mi casa como precioso trofeo del deporte al que mi padre me aficionó desde que apenas empezaba yo a caminar: el beisbol.
Muchas cosas sucedieron en la Gran Carpa ese año, 1956. Dale Long, de los Piratas de Pittsburgh, bateó de home run en ocho juegos consecutivos. Willie Mays superó la marca de bases robadas, fija desde 1944, con 40 estafas. Mickey Mantle se llevó la triple corona de la temporada: el porcentaje de bateo más alto (.353); más batazos de vuelta entera (52) y más carreras impulsadas (130). Yogi Berra superó todas las marcas de bateo en series mundiales, con .360 de porcentaje y diez carreras producidas. Clem Labine, de los Dodgers, que era pitcher relevista, abrió el sexto juego de la serie, lanzó 10 entradas y venció a los Yanquis -con oportuno hit de Jackie Robinson, que jugaba su última temporada-, para mandar la pelea al séptimo y definitivo juego. Y, lo más importante de todo, Larsen tiró su juego perfecto -el único en series mundiales durante todo el siglo- en el quinto episodio de la serie, para poner a los Yanquis 3 a 2 contra los Dodgers, entonces de Brooklyn.
Pero ¿cómo fue aquel juego perfecto? Esa epopeya merece capítulo especial. (Continuará).