El martillo de las brujas
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La palabra “brujería” tiene un profundo significado e historia. Su idea general se empezó a conocer alrededor del año 560 a.C., cuando en el Antiguo Testamento se les condena en el libro del “Éxodo” donde dice: “No tolerarás que una bruja viva” y en el Levítico: “Un hombre o mujer que tenga un espíritu familiar o que sea mago, sin duda morirá; los apedrearán con piedras; su sangre será sobre ellos”.
Pero fueron el miedo, las creencias, los dogmas y la fuerza del catolicismo y la aparición de personajes como Tomás de Aquino, que en 1273 argumentó: “peligrosos demonios y brujas vagan por el país”. Todo esto crearon las condiciones para que, en el año 1484, el Papa católico Inocencio VIII, que de inocente tuvo muy poco, declaró que las brujas se estaban reuniendo con el Diablo, lanzando hechizos que destruían las cosechas y mataban a los niños.
Para soportar esa narrativa, se publicó la bula “Summis desiderantes affectibus” en la que reconoce su existencia. Para comprobarlo pidió a dos frailes, Heinrich Kramer y Jacob Sprenger, que publicaran un informe completo sobre la brujería. Era el “Malleus Maleficarum” (“Martillo de las brujas”), posiblemente uno de los libros más infames jamás escritos.
Pero al momento de su redacción existieron muchas voces dentro de la comunidad cristiana (académicos y teólogos) que dudaban de su existencia y en gran medida la consideraban una mera superstición. Los autores del “Malleus” se dirigieron a esas voces diciendo: “Si la creencia de que existen tales seres como brujas es una parte tan esencial de la fe católica que la obstinación en mantener la opinión contraria manifiestamente saca a relucir la herejía”. En términos más sencillos: si te opones al libro, eres un hereje y como tal serás juzgado.
Así, esta obra, que contiene conceptos erróneos sobre brujas y su supuesta influencia, terminó sirviendo como la guía con que la Inquisición identificaba, enjuiciaba y condenaba a muerte a aquella persona que se calificara como bruja o brujo.
Y aunque los inquisidores aplicaban mucho de su locura personal en los horrores que infligieron a la humanidad de ese tiempo, el libro jugó un papel importante. Así se ha dicho que el “Malleus Maleficarum” es una de las obras más sangrientas de la historia de la humanidad, ya que su propia existencia reforzó y validó las creencias que llevaron al enjuiciamiento, la tortura y el asesinato de decenas de miles de personas inocentes.
El libro sugería que una forma de determinar a una persona como bruja era encontrar la marca del Diablo en su cuerpo, así que un simple lunar, podía convertirse de inmediato en prueba irrefutable de la malignidad.
La histeria y el pánico llegó a ser tal, que la gente acusaba a mujeres, judíos, poetas, librepensadores y, como siempre, gitanos de brujería, y a veces hasta de ser los causantes de enfermedades como la peste. El resultado fue brutal, pues a menudo una simple acusación era suficiente para ver a una persona ser juzgada por la Corte de los Inquisidores y quemada viva en la hoguera. Las estimaciones del número de muertos durante durante el curso de los 250 años que duro la Inquisición rozan las 90 mil muertes, pero la verdadera cifra nunca se sabrá. Uno de los episodios más macabros ocurrió en el estado de Massachusetts en los Estados Unidos, donde la primera persona en ser ejecutada por brujería fue Margaret Jones, quemada en la hoguera en un día como hoy en 1648 porque algunos de sus pacientes afirmaron que ella les dijo que nunca sanarían si se negaban a tomar su medicina. Cuando la enfermedad y las heridas no sanaron, comenzaron a sospechar que Jones era bruja y esa fue la evidencia lo que la llevó a la hoguera.
El “Malleus” fue una obra de su tiempo. Recordemos que la ciencia apenas había comenzado a hacer avances reales y que, en ese momento, casi cualquier enfermedad o situación inexplicable, a menudo se le atribuía a la magia y, por lo tanto, a las brujas –personas que, al igual que la magia de cualquier color, jamás han existido–.
Esa era la forma en que la gente común le daba sentido al mundo que los rodeaba. El “Malleus Maleficarum” recurrió a esas creencias, las reforzó y las introdujo entre los creyentes. Y ya sabemos cómo le ha ido al mundo cuando se pone a las creencias por encima de todo.
@marcosduranf