El mito de Epimeteo: La 4T y los peligros de legislar con una supermayoría
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Prometeo es el más conocido de los hijos de Jápeto. Su fama la ganó por haber desafiado a los dioses del Olimpo al robarles el fuego para entregarlo como regalo a la humanidad. Su nombre significa “quien se anticipa”, quien prevé, y su regalo a la humanidad es el fuego del conocimiento y la razón. Menos conocido es su hermano Epimeteo, cuyo nombre literalmente significa “quien ve después”, quien no ve las consecuencias de sus actos hasta que suceden.
Epimeteo ocupa un lugar especial en el panteón de los mitos griegos por haber sido el esposo de Pandora, la primera mujer humana y quien liberó todos los males al mundo. Sin embargo, el verdadero responsable de la liberación de estos males fue Epimeteo, debido a su conducta irreflexiva y su incapacidad de anticiparse a los problemas. Aquí es donde subyace la enseñanza moral y política del mito de Pandora y Epimeteo.
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El mito es el siguiente. Zeus, enojado por el hurto del fuego a manos de Prometeo, ideó un castigo a modo de engaño para la humanidad. Le pidió a Hefesto que modelara, a partir de tierra con agua, una doncella hermosa “con semejante rostro a las diosas” y le diera voz y vida humana. Al resto de las diosas y dioses del Olimpo les pidió que le dotaran de atributos para hacerla más atractiva para los hombres y así perfeccionar el engaño. Esta doncella, creada con tierra y agua, fue la primera mujer, Pandora, a quien los dioses le dieron una jarra (posteriormente se tradujo como “caja”) que contenía todos los males posibles.
Una vez que hubo terminado su diseño, Pandora fue enviada con el mensajero Hermes como regalo para Epimeteo, quien, a pesar de las advertencias de su hermano de no recibir ningún regalo de los dioses del Olimpo, ante la belleza de Pandora, olvidó este consejo. Tan pronto se hizo la unión con Epimeteo, Pandora abrió la jarra que traía consigo y liberó todos los males al mundo, con excepción de la esperanza, la cual se quedó en la jarra. Este mito tiene múltiples interpretaciones: la ignorancia como el origen de los males, la dualidad entre el regalo y el castigo, y la esperanza como resignación ante los males.
Este mito tiene mucho que enseñarnos, sobre todo en el ámbito público. Es innegable que el triunfo de la presidenta Claudia Sheinbaum, así como la abrumadora victoria de su movimiento en el Congreso de la Unión y en los estados, representó un gran regalo para la mayoría de la ciudadanía mexicana que votó. Pero, hasta qué punto esta euforia de la victoria no será un castigo. Los regalos, como nos enseña Hesiodo, muchas veces pueden estar acompañados de diversos males. Sobre todo cuando quienes gobiernan y legislan lo hacen sin anticiparse a los problemas que el uso del poder arbitrario e irreflexivo pueden acarrear.
El “Plan C”, que fue presentado por AMLO como “regalo” al pueblo mexicano por el día de la Constitución, el 5 de febrero pasado, ya está siendo aprobado poco a poco por el Congreso de la Unión. Dentro de las reformas constitucionales que ya se aprobaron se encuentran la del Poder Judicial, la “contrarreforma” energética y parcialmente la eliminación de los órganos constitucionales autónomos.
La publicación de la reforma al Poder Judicial ha sido adoptada en general como un regalo democrático a la ciudadanía mexicana, a pesar de que la mayoría desconoce su contenido y alcance. Legislar caprichosamente con la supermayoría actual está teniendo consecuencias no previstas ni por AMLO, ni por la presidenta Sheinbaum, ni por los legisladores de la 4T.
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Tan sólo en la reforma al Poder Judicial la soberbia de la clase política dominante no consideró los siguientes problemas: la escasa convocatoria para el registro de candidaturas para personas juzgadoras; la brecha de género en el registro de candidaturas −se estima que en los tres comités aproximadamente el 70 por ciento de los registros corresponderán a hombres, mientras que el 30 por ciento a mujeres−; el alto costo presupuestal de la elección y los plazos para realizar unos comicios de calidad −la presidenta del INE, Guadalupe Taddei, solicitó una prórroga de 90 días para la elección, la cual desestimó el Ejecutivo−.
El triunfo del 2 de junio provocó que los victoriosos actuaran como Epimeteo, sin contemplar las consecuencias de sus actos, desdeñando los consejos prometeicos que venían de expertos, como el jurista Roberto Gargarella o el mismo Poder Judicial. Aún queda la esperanza de que Pandora cierre la jarra antes de que salgan todos los males.
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