El mito de la caverna iuskakista

En el Libro VII de “La República”, Platón plantea la alegoría de la caverna que, entre otros significados, puede explicar la relevancia que tiene la educación en la vida de las personas para entender el mundo (sensible e insensible). La buena educación, en efecto, nos permite desarrollar el conocimiento que necesitamos para explicarnos −en forma adecuada− la realidad y resolver, por consiguiente, los problemas que enfrentamos en la sociedad. La educación, sin duda, es la mejor inversión para el crecimiento, personal y social.
El Derecho es una práctica social que genera conocimiento en el mundo (sensible e insensible). Las normas que regulan nuestra vida se han ido construyendo a lo largo de la historia para asegurar los fines de una sociedad justa. La educación jurídica, por tanto, es la garantía para asegurar los fines del Derecho: construir sociedades más seguras, libres, igualitarias y fraternas. Es una tarea de iluminación jurídica: generar el conocimiento de la justicia. No hay justicia sin profesionales del Derecho.
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En mi experiencia personal, la formación de los juristas es clave para una buena práctica del Derecho. Si no queremos vivir en la idea de la caverna de Platón (juristas prisioneros con ideas arbitrarias) es necesario apostarle a la buena educación. El cambio de las sociedades (in)justas comienza con la forma de pensar. La transformación jurídica se genera con la buena producción de juristas con mejores ideas, convicciones y valores. Es una ecuación simple: entre mejores juristas, mejores condiciones para asegurar los fines de la ley.
Una idea básica. Cuando en la práctica te encuentras con malas leyes, sentencias o contratos que afectan los derechos de las personas, la explicación es muy simple. Los juristas que las hicieron nunca debieron salir de la escuela con un título que los ampara para ejercer la profesión en forma indebida. Es un mal de la sociedad: generar kakistos de la ley, los peores juristas. La ignorancia, la mediocridad y la arbitrariedad forman parte de la esencia de los regímenes de la kakistocracia jurídica. Es la oscuridad de la arbitrariedad con la que debemos luchar siempre para gobernarnos con leyes iluminadas de razón y justicia para el desarrollo de nuestra comunidad. Es salir de la caverna ilegal.
Siempre he pensado que es un crimen social el funcionamiento de las malas escuelas de leyes que proliferan en nuestro país: fabrican a los iuskakistos que ultrajan el sentido del Derecho. Ellos son acríticos, insensibles y mediocres para resolver, con la razón del Derecho, los problemas que enfrentamos a la hora de elaborar, interpretar o aplicar la ley. No tienen ideas para construir justicia. Sólo edifican los pisos de la arbitrariedad.
Las consecuencias de la mala formación de los juristas son obvias. Leyes absurdas. Condenas injustas. Contratos arbitrarios. Políticas autoritarias. Malas prácticas de la ley. En suma, el mal gobierno que pintó Ambrogio Lorenzetti se instala formalmente como una forma de vida arbitraria que afecta a la comunidad. La ley termina siendo desafortunadamente la herramienta de la injusticia.
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iUSKAKISTA
Existen, a mi juicio, diferentes versiones de un mal jurista que va desde el pleistoceno-naturalista hasta el paleo-positivista y que, además, sintetiza el kakisrealista. Son los juristas contrarios a un buen iusnaturalista, positivista o realista del Derecho.
Existen, por un lado, simuladores de la ley que creen siempre en sus instintos justicieros que les da su naturaleza arbitraria: piensan que el Derecho es una actividad emocional e intuitiva que es resultado del oráculo que maneja el mediocre −como en la comedia de Los Caballeros de Aristófanes−. En el otro extremo existe el que cree que la forma puesta en ley es la mejor garantía social para seguir las arbitrariedades de la mayoría, por razones de seguridad. Finalmente, hay quien piensa que las consecuencias injustas de la realidad no son parte del Derecho y, por ende, no es un problema de la ley: debe perpetuarse la impunidad.
En la AiDH pintaremos un mural en donde se represente lo que no queremos formar para nuestra comunidad: el iuskakista.