El monumento a Morelos, una propuesta para la CDMX: adiós a la palma y al ahuehuete
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La muerte de la enorme palmera canaria que por cien años adornó una rotonda en el Paseo de la Reforma, de la Ciudad de México, fue motivo de nostalgia para todos los que conocimos esa Glorieta de la Palma que luego se llamó Glorieta del Ahuehuete, por ese árbol que ahí pusieron y que también acaba de morir. Un mal augurio para Morena y la 4T.
Es necesario recordar que en esa glorieta de la Avenida Reforma de la Ciudad de México nunca ha existido un monumento. Aunque hubo el propósito de que ahí se asentara una efigie a don Miguel Hidalgo o un monumento a don Benito Juárez, propuestas que el dictador Porfirio Díaz rechazó.
Murió la palma y el ahuehuete tampoco sobrevivió por las condiciones ambientales tan adversas para un monumento viviente a largo plazo.
Ya han pasado 25 años de que este columnista le propuso al arquitecto Jorge Legorreta, entonces delegado de la Demarcación Cuauhtémoc, la reubicación de la estatua de don José María Morelos y Pavón, hoy escondida en una placita de La Ciudadela, a la Glorieta de la Palma, propuesta que el entrañable arquitecto rechazó por respeto a la hermosa palma que entonces gozaba de cabal salud.
Con el arquitecto Legorreta trabajaba como subdelegado el ingeniero “Chuy” Rueda, egresado de la Narro y un gran funcionario en esa demarcación. También advirtió al suscrito que la palma era intocable. Ambos funcionarios, que fueron tan innovadores y brillantes para la CDMX, han fallecido como la palma y el ahuehuete dejándonos un recuerdo vivo y perdurable.
Y es que Jorge Legorreta, maestro universitario, fue designado delegado de la Cuauhtémoc por Cuauhtémoc Cárdenas. “Chuy Rueda” ya trabajaba en esa demarcación. Ambos abrieron los monumentos del centro histórico al público e iniciaron tours de visita a los mismos, también a los murales, a las cantinas, a Garibaldi, al drenaje profundo y a los centros nocturnos de rompe y rasga de la capital. Fue en el King Kong y en el Bombay donde este columnista se encontró algunas noches con el animoso Legorreta tocando el bongó con grupos de rumba y salsa.
En compañía de “Chuy” Rueda hicimos el recorrido por las más renombradas cantinas del centro: La Mundial, La Trasatlántica, El Nivel, La Ópera, El Tenampa, El Horreo, Covadonga, La Polar, etcétera. Con Legorreta y Rueda fuimos de los primeros en ingresar a las entrañas del enorme monumento a la Revolución y del Ángel de la Independencia, tras su enorme puerta dorada y al interior los cráneos de los insurgentes en urnas de cristal.
El ingeniero agrónomo “Chuy” Rueda puso muy en alto el nombre de la Narro en la capital y es un honor recordar su nombre en el centenario de la UAAAN.
Sabemos que no es factible que el gran monumento de Morelos sea reubicado de La Ciudadela a la Glorieta de la Palma en Reforma. Esa obra fue inaugurada por don Francisco I. Madero y ostenta una placa en honor a don Gustavo Madero porque al ser sacrificado en la Decena Trágica los asesinos lo enterraron junto al pedestal. Que descansen en paz los mártires Madero, también Jorge Legorreta y “Chuy” Rueda, junto a la esbelta palma y el ahuehuete. Hombres y naturaleza unidos para siempre.
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