El Partido Acción Nacional en su jugo perdedor
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Lo recuerdo bien, época pasada, al menos en nuestra ciudad, los militantes del PAN eran personas que fácilmente las distinguíamos, pues por lo general iban bien vestidas y la mayoría de ellas parte del día la dedicaban a atender sus negocios y después acudían a los templos.
Muchos de ellos asistían a sus reuniones que realmente pasaban desapercibidas para la población, en ellas se les hacía ver los principios que los grandes panistas nacionales les inculcaban sobre la base de luchar porque se impusiera una verdadera democracia.
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Y ahora en el transcurso del tiempo y parafraseando al autor de la canción que dice: “Cómo han pasado los años, las vueltas que da la vida”, ese partido ha cambiado de ruta en el sentido de desviarse de aquel camino que seguían bajo los argumentos que les fueron legados por aquellos grandes primeros panistas de México, de tal manera que ahora en nuestros días, sus dirigentes han constituido un grupo reducido y poderoso que se ha apoderado de su partido y lo ha llevado por vías que solo a ellos les han favorecido.
Esa descomposición que sufre hoy en día el Partido Acción Nacional es derivada de una incompatibilidad de ideas de muchos de sus miembros que ha desencadenado en una serie de inconformidades que han germinado en grupos de correligionarios que difieren unos de otros, lo que hace que concurran riesgos que ponen en peligro la unidad, si es que existe, y que por lo tanto incide en la posibilidad de una derrota en las elecciones para diputados federales y alcaldes en junio próximo.
Algunos aliados en nuestro Estado y entidades federativas son punto de referencia de críticas debido a la actitud con tintes de genuflexión hacia unos cuantos miembros, monstruos sagrados, que según ellos poseen la autoridad moral y la sabiduría para opinar por dónde ese partido debe conducirse, la imposición de puestos que deben ocuparse y los nombres de ellos.
La siguiente batalla, dicen, es para conseguir la mayoría de las curules en el Congreso de la Unión y en un buen número de alcaldías en Coahuila, para ello han dejado correr sutilmente algunos nombres de posibles candidatos afines a los dirigentes de ese partido, con el objetivo de que mediante una retroalimentación se percaten de que puedan ser aceptados para la competencia.
Uno de ellos es Guillermo Anaya, expresidente de Torreón, cuya actuación dejó más oscuros que claros, y que durante esos tiempos para obtener notoriedad e influencia logró hacerse compadre del expresidente Felipe Calderón, de tal manera que le ofreciera un escenario propicio para después competir por la gubernatura del Estado de Coahuila, que por fortuna no llegó a concretarse, pues su visión para ese puesto era corta, ya que lo demostró en la alcaldía.
Por lo que se ve en ese instituto político, existe una crisis de intelecto político, por lo que es difícil se obtengan triunfos en las contiendas electorales. Examínese bien y se dará cuenta que es una realidad.
El presidente de ese partido a nivel nacional, Marko Cortés, fue el encargado de darle el descabello a su instituto político, pues la actitud de imponer sus caprichos hizo que en Coahuila no se llevara la alianza para la elección federal al asignar lugares en la contienda a sus favoritos, los cuales no fueron avalados por la mayoría de sus miembros.
Mientras tanto los electores estaremos en palco proscenio para observar de cerca los acontecimientos que prometen ser interesantes, pues ahora mismo el tablero que sirve de base para mover las piezas ya está en el proceso de definición por parte del PAN, con el fin de develar las caras que irán a la competición por una curul federal o una presidencia municipal en el estado, lo que será difícil llegar a la meta por los signos de descontento que existen, dando cauce a situarse en la antesala de la decadencia dejando espacios libres que serán peleados por los partidos PRI y Morena, lo que constituirá que en el futuro, el primero avance y al segundo se le reste hegemonía.
Se lo digo EN SERIO.
franciscoaguirreperales@gmail.com
@aguirreperalesf