El principio de la ausencia

Opinión
/ 18 noviembre 2024

Cada elemento de esta ecuación en el espacio arquitectónico, tiene referencia a otra cosa; simboliza, significa y representa algo que se encuentra en nuestro corazón o en nuestra mente

“La materia es el nexo. Su propósito es provocar unión. [...]. La palabra, hablada o escrita, es lo que mayor efecto inmediato produce en el hombre; la materia, en cambio, ‘habla’ más lentamente”

Alvar Aalto

A la ausencia de sonido, le llamamos silencio, en la música este espacio negativo o vacío de sonoridad, es indispensable y se encuentra presente en cualquier composición en mayor o menor media. Esta palabra: ausencia, proviene del latín absentia, que se deriva de absens o absentis (ausente), interesante que, sea un compuesto de; esse que significa ser o estar, con un prefijo ab que indica alejamiento o separación, entonces abesse, significa estar lejos y absentia es la situación o cualidad del que está lejos. Entonces, ¿qué es el silencio sino la ausencia de sonido? Cuando hablamos de estos espacios que están vacíos en la realidad o en una hoja de papel, ya sea de sonido, de símbolos, de personas o de cosas, hablamos de un espacio negativo, en cualquier disciplina relacionada con el diseño, el arte o la arquitectura, el espacio vacío o negativo es parte importante, casi fundamental de la ecuación.

Para entender el espacio arquitectónico, se requiere mucho más que una fórmula para resolver necesidades humanas que superan los números, líneas y letras, imaginadas y visualizadas en tres dimensiones. Cada elemento de esta ecuación en el espacio arquitectónico, tiene referencia a otra cosa; simboliza, significa y representa algo que se encuentra en nuestro corazón o en nuestra mente y en la mente de quien quiere materializar ese sueño como resultado de dicha ecuación.

La arquitectura y los espacios construidos -los privados y los públicos- son memoria viva, que late y que comunica sentimientos, emociones, hechos o ideas que quieren ser expresadas y a la vez leídas o percibidas por alguien más por medio de elementos que nos ubican en un lugar y en un tiempo determinados, nos relacionan con los otros y con otros espacios que son nuestros, pero también, de todos, es una oscilación. Tal como en la música, cuando escuchamos o cuando leemos una partitura, encontramos estos sonidos representados por símbolos que otorgan a quien la interpreta, una pauta para hacerla surgir por medio del sonido: la voz o el instrumento musical.

El espacio, positivo o negativo, en la arquitectura, en la música, en el arte o en el diseño, es el elemento unificador entre lo material y lo etéreo, veo la arquitectura como puente entre lo que pensamos, sentimos y la realidad en la que nos encontramos inmersos. El espacio arquitectónico como refugio en el sentido literal y también el lugar donde vivimos, pensamos, hacemos, con toda libertad y que además comunica nuestra forma de ser y de pensar en el mundo. Umberto Eco afirma: “En un sistema estructurado, cada elemento vale cuanto no es el otro o los otros, que, al evocarlos, los excluye” entonces cada elemento tangible adquiere un valor por la ausencia del otro, encontrando un equilibrio.

Los componentes que integran un espacio arquitectónico, una partitura en una pieza musical o a los elementos gráficos en el diseño, son como las letras en una oración, como la sintaxis en un enunciado. Sin embargo, en el espacio arquitectónico, además de conjuntar todos estos símbolos y entenderlos como un todo, es posible utilizar el resto de los sentidos, encontrarnos inmersos en el silencio del espacio, en las ausencias de la materialidad de un edificio o de un objeto arquitectónico para poderlo entender, observar y apreciar.

Encontrarnos inmersos en un espacio tangible como es un edificio, o intangible como es cuando nos sumergimos en la melodía de una canción, nos permite convertirlo en algo personal, no solamente la materialidad de un edificio lo hacen arquitectura, cuando entramos en un lugar significativo, lo convertimos, por medio de nuestros sentidos, en nuestra imagen del mundo, la sustancia se vuelve materia, las imágenes en objetos reales o bien, la casa en el hogar, donde todos los signos o su ausencia significan algo, así pues, lo que no está, cuenta con una expresividad que le da sentido.

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