El republicanismo es una teoría milenaria que sienta sus reales en los valores de la igualdad y la libertad de los seres humanos. Surge –narrado– en Grecia con Tucídides (La guerra del Peloponeso), la continúa Aristóteles en la “Política” y posteriormente Marco Aurelio en sus escritos (“Meditaciones”) habla largo y tendido sobre el tema. En Roma, Marco Tulio Cicerón escribió sobre el tema en su libro “De la República” y profundizó sobre las distintas formas de gobierno donde finalmente se realza la idea republicana.
Defendió la tesis de la igualdad y de la libertad; en la práctica, que todos los seres humanos somos libres e iguales. Es una tradición muy antigua que en tiempos modernos los franceses visibilizan. Ideas que luego la democracia norteamericana retomó y se adelantó, al menos en la teoría, a aplicar en los estados que fueron unidos posterior a 1776. Esa era la idea, el Barón de Tocqueville en su libro “La Democracia en América” así lo sugiere cuando habla de “que en esta nueva nación hay una igualdad de estima”. La realidad es que las luchas por la igualdad de estima nunca se concluyeron y siguen vigentes a la fecha.
Thomas Hobbes, Juan Jacobo Rousseau, John Stuart Mill, John Locke y los ilustrados franceses comienzan el camino hacia la implantación de la República, donde hay ciudadanos libres e iguales que a la postre tendrá como modelo la democracia. El ejemplo más claro lo constituyó la Declaración de Independencia de los Estados Unidos en 1776 y la Carta de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1793. En síntesis, la reforma religiosa del renacimiento, el capitalismo y la ciencia constituyen las raíces que sostienen el gran tronco del liberalismo y el camino de la transformación de súbdito al ciudadano.
El centro gravitacional es el derecho de los individuos y los derechos civiles. Por ejemplo, en últimos tiempos, el republicanismo defiende la importancia del cuerpo, tanto en sus variables fisiológicas como sociales; el derecho a la naturalización-migración, la autodeterminación de los pueblos originarios y su autogobierno, y los derechos sociales –pensiones para adultos mayores, seguros de desempleo, salud y educación para las minorías, fondos de inversión sindical, negociación colectiva, seguridad en el empleo, compensación para trabajadores y los derechos de los asalariados–, todos son parte del paquete republicano. De manera particular se promueven los derechos de los extranjeros y de las minorías.
En concreto, en el republicanismo se requiere anteponer los intereses públicos a las preocupaciones privadas y participar activamente en el diseño de políticas públicas. Como afirma Bauman (2003), quien pone énfasis sobre la necesidad de eliminar la pobreza, la marginación y los fenómenos que erosionan las competencias ciudadanas. Busca influir efectivamente en la formulación de la agenda pública y la toma de decisiones. Esta es la agenda del republicanismo, no así del Partido Republicano en Estados Unidos.
Las ideas subyacentes del Partido Republicano son muy claras, aunque varían de región en región y entre las diferentes clases sociales, pero en esencia lo que hemos señalado líneas arriba marca la ruta crítica del partido. Una vez más, hoy se nos da la oportunidad de puntualizar sobre las diferencias entre el partido y Trump.
Ante los triunfos de los demócratas, que le apuestan a todo lo contrario que los republicanos, teniendo como base la lucha contra la pobreza, contra la segregación racial y el apoyo a las minorías, los republicanos con Trump se han visto en el espacio del oportunismo, pensando que con él volverán a la presidencia.
Sin figuras que puedan competir hoy le han apostado al poder del dinero, a las falacias y al insulto. ¿Algún parecido con el conservadurismo mexicano? Está claro, para él el partido es un instrumento para llegar al poder, nada tiene que ver con los valores, ni del partido ni del republicanismo. Trump y el populismo son una misma cosa, esa es su ideología (cfr. el atentado en Pensilvania). Aunque el atentado, aprovechando la vuelta, significó en un momento dado un impulso a la candidatura de Trump, para los demócratas, que Biden se haya retirado de la contienda y la asunción de Kamala Harris como nueva oferta electoral y la captura de “El Mayo” Zambada y uno de los hijos de “El Chapo”, los vuelven a poner contra la pared.
En síntesis, el Partido Republicano tiene que ver con la derecha tradicionalista, con las élites, con la política intervencionista, con una política agresiva que afirma el sentimiento nacionalista y expansionista que se recarga en la llamada Teoría del Destino Manifiesto. Como todo, en Estados Unidos la primacía de la raza blanca está por encima de todo, impulsa una política proteccionista donde los impuestos son fundamentales; otro elemento esencial es el militarismo, la defensa del modelo del libre mercado y siempre como punta de lanza, las ideas religiosas de los padres fundadores. Entre la teoría del republicanismo y el Partido Republicano norteamericano, hay una gran distancia. Así las cosas.