En el siglo 21, los mismos debates en torno a la libertad y el respeto por los derechos humanos
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Transitan por las calles, algunos de ellos con mercancía para la venta: dulces, chocolates, juguetes infantiles, como pequeñas pelotas de goma. Pasan por fuera de centros comerciales o bancos. Otros limpian los parabrisas de los vehículos y muchos otros forman parte de una gran cantidad de personas que recorren la ciudad, permanecen un tiempo en ella y se marchan de nuevo rumbo al norte, en busca de oportunidades en Estados Unidos.
Acostumbrados a su presencia, el citadino procura volver la vista y seguir su día y su rutina. Pero son vidas de situación altamente difícil, en condiciones de precariedad y de inestabilidad constantes.
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El apuro cotidiano de llevar comida a casa, de sobrevivir, se observa en sus rostros. Como Saltillo es una ciudad de paso, a numerosos de ellos se les dejará de advertir en el día a día. Hay otros, sin embargo, que son habituales y serán los que venden algún tipo de artículos, aunque varíen de punto, no muy lejano uno de otro.
Tenemos historias tristes de personas en situación de calle que murieron en ella. Como la señora que pedía dinero y recorría la ciudad con su muleta, pues tenía una sola pierna. Ella pertenecía tristemente al grupo de indigentes que sí formaban parte del escenario en la ciudad. Se arriesgaba al paso de los autos, usaba transporte público y murió en tristes condiciones.
Hace poco murió también una persona de origen hondureño al exterior de un centro comercial. Uno se imagina la cantidad de tiempo y el grande esfuerzo para llegar a esta ciudad, y las condiciones en que se encontraba al morir, víctima de un infarto.
El camino que han de hacer; la falta de alimento y bebida; la falta de medicamentos. Existe en nuestra ciudad una Casa del Migrante que atiende a personas que van rumbo a Estados Unidos en busca de mejores oportunidades. Es una muestra de generosidad que ha ayudado de manera incondicional a los migrantes.
Lo triste, en situaciones como las descritas antes, es cómo el número de personas en situación de calle se incrementa y cómo deben las instituciones establecer programas más ambiciosos de apoyo y ayuda.
Detectar situaciones de riesgo como la de la persona que falleció en las afueras del centro comercial y como las de otras que se guarecen en espacios públicos, como la Plaza de Armas.
Hace poco vivía allí una persona que con los arreglos de las calles aledañas finalmente fue cambiado de sitio, esperemos que a un lugar digno, pero su sitio es ocupado por más personas.
Si se dispusiera de estaciones médicas en puntos específicos de la ciudad, prácticamente en el centro, pues es ahí a donde con más frecuencia llegan, sería de humanidad y respeto hacia estas personas sin hogar.
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En un encuentro entre intelectuales y escritores, transmitido por televisión hace muchos años, Octavio Paz y Mario Vargas Llosa no lograban ponerse de acuerdo con respecto al sistema capitalista. Mientras Vargas Llosa decía que el siglo 20 era el siglo de las libertades y el respeto de los derechos humanos, Paz expresaba que era el tiempo de las dos guerras mundiales y de una generación de pobres por un sistema feroz que consumía a las sociedades.
La generación de personas pobres es un hecho, como también lo es que hay libertades y se forjó el mejoramiento de los derechos humanos. Sin embargo, en el día a día, estos dos últimos aspectos, ya en el siglo 21, dejan mucho que desear.
Ojalá que seamos una sociedad que siga luchando por las libertades y el respeto de los derechos del hombre, y en ese mismo tenor busquemos el mejoramiento de bases importantes de la población que nada tienen.