Vive Saltillo un momento histórico; requiere enfrentarlo de forma compartida
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Saltillo es una ciudad que ha provisto de sorpresas a los visitantes. Considerada como la población más antigua del noreste de México y punto obligado de paso hacia el norte, para los viajeros, tanto la ubicación geográfica como el clima la hicieron merecedora de elogios y no fueron pocos los que se fueron asentando en ella luego de lograr permanecer como población, gracias a la llegada, ya se sabe, de los tlaxcaltecas.
Fue desarrollando su vocación comercial, consolidándose gracias a su localización estratégica, y en este sentido su feria llegó a ser muy famosa.
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La población permaneció aletargada por mucho tiempo, pero iba siendo escenario de hechos importantes en los siglos 19 y 20: la llegada de los insurgentes, el arribo y estancia de Benito Juárez, quien devuelve, en 1864 y desde aquí, la soberanía perdida del estado; la llegada de Francisco I. Madero, la presencia de tropas revolucionarias.
Los extranjeros que se enamoraron del clima hicieron su asiento en la ciudad. Y la vida transcurrió por décadas sin grandes cambios. Pero Saltillo daba sorpresas, y aunque muchos decían que el carácter cerrado de sus habitantes la hacían difícil para permanecer en ella, al final decidieron establecer aquí su hogar.
Cambios importantes en su fisonomía y en su vocación ocurrieron en la década de los años setenta del siglo pasado. La transformación de Saltillo atrajo empresas y con ellas nuevos habitantes. Fue un momento importante para la ciudad, que por décadas de nuevo parecía mantenerse sin grandes cambios en su fisonomía y funcionamiento.
Sin embargo, la escalada de cambios no se ha detenido. La ciudad siguió expandiéndose y en los años noventa experimentaría un gran crecimiento hacia el norte; pocos años después, apenas muy pocos, para que en el sur se viviera también un crecimiento exponencial.
Así, quienes visitaron la ciudad en los años ochenta, la de los noventa definitivamente estarían conociendo otra población: nuevas vialidades, numerosas colonias y fraccionamientos.
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Para el día de hoy, Saltillo no sólo presenta un rostro distinto: vive otra vez un tiempo de una gran transformación. En la actualidad, como ocurrió en otros momentos de su historia, está viviendo cambios importantes en todos los sentidos: en la llegada de empresas, en la especialización de los trabajos, en el arribo de un alto número de personas provenientes de muy distintos puntos del país y del extranjero, en el nacimiento de nuevas vocaciones de la población, en el incremento de vehículos en la vía pública.
Es un momento en el que debemos estar atentos, pues la transformación de la ciudad en todos estos sentidos nos debe llevar a delinear nuevas estrategias de convivencia y establecer dinámicas para que puedan en realidad concretarse.
Medidas por parte de la autoridad y disposición por parte de la ciudadanía para colaborar en el nuevo Saltillo que estamos viendo frente a nuestros ojos: una responsabilidad compartida.
Las medidas de la autoridad deberán ser coherentes con los sistemas que son necesarios. Buen transporte público, mantenimiento y vigilancia sobre las vialidades, orden y regulación en el crecimiento de viviendas, respeto por la esencia histórica y del espíritu de la sociedad.
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Hay una importante relación con las cercanas Ramos Arizpe y Arteaga. Si ya desde hace años se hablaba de la necesidad de establecer con ambas una mejor comunicación, para hoy es indispensable formar alianza en materias que a las tres ciudades nos competen: desde el mejoramiento del transporte público hasta los temas que tienen que ver con el medio ambiente, la vigilancia y la supervisión de las carreteras que unen a una y otras poblaciones.
Es un momento histórico y hay que trabajar en un análisis minucioso de lo que estamos viviendo, para concretar realidades posibles y necesarias.
Carlos Rafael Hernández Rodríguez, quien fuera estudiante de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Autónoma de Coahuila, falleció el pasado 7 de octubre. Deja una huella profunda en esta institución, sus maestros y compañeros. Desde aquí, mi más profundo pésame a sus familiares. Un joven talentoso, entusiasta, compañero y amigo, que se entregó con pasión, con alegría, sentido del humor y gran inteligencia. Descanse en paz nuestro querido Rafa.
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