En la búsqueda de la verdad, prefiere AMLO esconderse de ella

Opinión
/ 13 marzo 2024

El niñito le preguntó a su padre: “¿Eres como el avestruz, papá?”. “No entiendo –se desconcertó el señor–. ¿Por qué me preguntas si soy como el avestruz?”. Explicó el pequeño: “Porque oí a mi mamá decirle al vecino que no se preocupe, que tú te tragas todo”... La eternidad, lo digo sin ánimo de ofenderla, es muy aburrida. A fin de disipar un poco el tedio, el Señor y San Pedro entablaron una partidita de póquer. En la primera mano al apóstol de las llaves le tocó tercia de ases con reyes. El Señor mostró sus cartas: quintilla de ases. “Milagritos no, Señor –masculló con enojo San Pedro–. Estamos jugando por dinero”... Beber con un buen bebedor es agradable, pero hacerlo con uno que tiene el vino malo es insufrible. Dicen que el vino saca lo bueno y lo malo de cada uno. En el caso de Etilano sacaba lo malo y lo peor. En aquella ocasión bebía con un amigo. Sin motivo alguno comenzó a insultarlo. “¡Eres un pendejo! –le espetó–. ¡Ni siquiera has de saber follar!”. “¡Ah! –exclamó el otro–. ¡Ya te vino tu esposa con el chisme!”... Hay quienes buscan la verdad. Otros, en cambio, prefieren esconderse de ella. A esta última especie pertenece López Obrador. No admite otra cosa más que sus mentiras. De tres armas se vale para combatir a la verdad. La primera es desdeñarla, hacer como que no la ve ni la oye. La segunda consiste en esgrimir sus otros datos, inexistentes unos, falsos los demás. Y la tercera es injuriar a quien dijo la verdad; tratar de desprestigiarlo con toda suerte de adjetivos denostosos, entre los cuales los de “conservador”, “neoliberal” o “ultraderechista” son los menos agraviantes. Cayetana Álvarez de Toledo, diputada de España, tiene castizo nombre e ilustres apellidos. Doña María del Pilar Teresa Cayetana de Silva Álvarez de Toledo fue quizá la voluptuosa dama que posó para las dos Majas de Goya, la vestida y la desnuda, más provocativa e incitante la primera que la segunda. Con el derecho que le dan no su linaje y sus ancestros, sino su talento y su valía, la diputada dijo la verdad –las verdades– acerca de la errática política de AMLO en materia de seguridad, democracia y libertad. Eso desató las iras del caudillo y sus paniaguados –ellos y ellas–, que la abaldonaron, pero no la desmintieron ni fueron capaces de rebatir sus dichos, pues todo lo que dijo era verdad. Ojalá doña Cayetana llegue a saber, tras su visita a México, que millones de mexicanos la aplaudimos. Yo lo hice con las dos manos, para mayor efecto, y desde aquí le envío las expresiones de mi respeto y de mi admiración... Susiflor, muchacha pizpireta, invitó a su galán: “Te espero en mi casa hoy en la noche. Mis papás te caerán muy bien. No van a estar”... El padre de Acnerito, muchacho adolescente, cometió el error de entrar en el cuarto de su hijo sin avisar y lo encontró practicando lo que el escritor británico Anthony Burgess, el celebrado autor de “A Clockwork Orange” (“La naranja mecánica”), llamaba “the old five versus one”. Le dijo con severidad: “Si sigues haciendo eso te vas a quedar ciego”. Acnerito agitó los brazos. “¡Acá estoy, papá!”... No más de 20 años tendría la joven esposa que dio a luz. Matrimonio muy desigual el suyo. Por extrañas circunstancias de la vida había desposado a un hombre mucho mayor que ella. Su marido era hombre de avanzada edad: se acercaba ya a la ochentena. El señor, orgulloso, llevó a un amigo a que conociera a la criatura. La madre le mostró el niño al visitante e hizo un comentario: “Tiene la misma nariz de su papá”. Le sugirió el amigo al esposo: “Fíjate bien. A lo mejor con ese dato lo puedes localizar”... FIN.

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