Estadio de ovaciones y abucheo
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En eso parece haberse convertido el graderío de la opinión pública. Todo ha de presentarse al estilo de las transmisiones deportivas. Siempre una polaridad, una tensión, una oposición, un partido para ver quien mete los goles. Una dicotomía, un enfrentamiento, unas vencidas, un round de boxeo con púbico anheloso de ver un nocaut. O un partido de liga mayor para ver las voladas de barda y el pisa y corre que consuma carrera o el tercer lanzamiento que excluye al bateador.
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Hay destrezas desarrolladas para localizar dónde suceden esas competencias de campeonatos diversos que buscan un ganador y un perdedor, una arrogancia vencedora y una humillación de derrota. En el estadio de la opinión público proliferan así las ovaciones y los abucheos ya no en deporte sino en política.
PODERES EN PUGNA
Se acaban las unanimidades. Aplausos y rechifla suenan en común estridencia. Unos felicitan y otros descalifican. Unos condecoran y otros nulifican. Hay simultaneidad en las entronizaciones y las satanizaciones dirigidas a grupos o personas.
Un poder en conflicto con otro. Un parlamento en guerra con la sociedad que representa. Una presidenta opuesta a expresidente. Un grupo en duelo con otro en un mismo partido. Escaramuzas en todos los niveles y diferentes ámbitos de las estructuras de poder y de servicio.
Se da la dialéctica hegeliana de las tesis y las antítesis, en busca de unas síntesis que no siempre llegan sanas y útiles. La convivencia exhibe su inmadurez y sus esfuerzos por elevarse hasta una práctica civilizada de virtudes cívicas victoriosas y permanentes.
DE LAS GRADAS AL CAMPO DE JUEGO
El complejo de espectador aumenta su espectro y excluye a multitudes de ser protagonistas, actores, jugadores y no solo críticos de grada, banca o butaca, sin más verbos que conjugar que ovacionar o abuchear.
Urge la reconstrucción de nuevos organismos de defensa y resistencia, con autenticidad y sin corrupción, al servicio de todos los derechos ciudadanos que pueden ser atropellados por autoridades fuera de órbita.
Así las transformaciones pueden unificar sin deformar. Diseñar proyectos abiertos al coloquio que excluye la polémica y dialoga para lograr bienes comunes, sin fragmentaciones ni exclusiones.
FIN BUENO PARA EL BUEN FIN
A sábado y domingo se les llama “fin de semana”. Desde la fe, la semana no empieza el lunes sino el domingo. Es el Día del Señor con que se empieza la semana.
Comercialmente el “Buen Fin” incluye lo sabatino y lo dominical. Son días de baraturas, de rebajas porcentuales en precios para que todos se animen a comprar. Y hay ventas para pagar en abonos, hasta sin intereses. Hay familias inteligentes que aprovechan muy bien las ofertas y establecen sus prioridades sin despilfarrar. Bien llevado, este invento es ganancioso para tiendas y beneficioso para hogares.
TÉ CON FE
-¿Por qué agradecer todo a Dios?
-Hay que repetirlo:
“El que se queja, su bendición aleja,
El que agradece, su bendición engrandece.