Feliz año nuevo 2024. ¡Que sea mejor para todos!

La invención del calendario, es decir, la definición de un mecanismo para medir el transcurso tiempo en ciclos regulares, es resultado de la observación del entorno. El desarrollo de los hechos naturales nos enseñó que la existencia es un continuo ir hacia delante mediante recorridos cíclicos.

A partir de esa observación ordenamos la actividad cotidiana e incluso construimos un modelo de organización social que permitió el surgimiento de ese proceso que llamamos civilización.

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Es a partir de este último concepto que dotamos al discurrir del tiempo de un significado mucho más profundo. Porque el contar hoy con instrumentos y mecanismos para medir su transcurso no tiene como único objeto saber en qué momento del día nos encontramos o en qué día de la semana vivimos.

Además de eso, el calendario nos sirve para organizar nuestras vidas personales en torno a deseos, aspiraciones y sueños. En este sentido, los ciclos anuales juegan un papel fundamental.

Cualquier momento del año es propicio, desde luego, para fijarnos una meta, para comprometernos en la conquista de una cima, para confrontar un desafío particular. Pero sin duda el fin y principio de un año es el que más nos invita a expresar compromisos de este tipo.

Y es que el inicio del ciclo definido por el calendario tiene un efecto emocional en nosotros. El principio del año, aún cuando se trate del arranque de un día con 24 horas, exactamente igual a cualquier otro, nos invita a considerarnos con mayor vitalidad, nos infunde energías extra y, sobre todo, drena el desánimo que vamos acumulando a lo largo del año.

En este contexto, formular deseos -que en realidad implican desafíos personales- como primer acto del nuevo ciclo suena bastante natural e incluso deseable como fórmula para vaciar el depósito de los sentimientos de desesperanza que trae consigo la vida cotidiana.

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Además, es preciso tener en cuenta que el optimismo es una actitud natural del ser humano que nos invita a tener como premisa fundamental de nuestras vidas, la certeza de que los tiempos por venir siempre serán mejores. No se trata, es importante subrayarlo, de una convicción que carezca de fundamento, sino al contrario: es eso lo que naturalmente ocurre por regla general.

Así pues, la expresión de deseos, que implica comprometernos para que el tiempo por venir sea mejor, representa uno de los elementos más relevantes de nuestra vida personal y comunitaria. Porque en la medida en la cual nos esforzamos para que nuestro pequeño universo personal mejore, contribuimos a que el espacio colectivo, la casa común, también sea mejor.

En línea con esta idea, en VANGUARDIA deseamos -y nos esforzaremos porque así sea- que el año cuyas primeras horas estamos viviendo sea mejor para todos. Y eso implica renovar el compromiso de ejecutar nuestra labor colocando siempre el interés colectivo en el centro de nuestros afanes.

Que el 2024 sea próspero y esa prosperidad implique avanzar en el propósito de que nuestra casa común sea un hogar donde todos sus habitantes se sientan seguros, cobijados e invitados a ser mejores.

¡Feliz año nuevo!