¿Gobernar con el freno de mano?
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Las buenas intenciones y las promesas de campaña requieren dinero para materializarse, y el panorama no luce bien para el gobierno; tanto para el que va de salida, como para el entrante. Este año el presupuesto de egresos de Coahuila asciende a 64 mil 256 millones de pesos, de los cuales el 82 por ciento es financiado por la federación vía tres conceptos: Participaciones, con 29 mil 503 millones de pesos, Aportaciones, 20 mil 672, y Convenios de Descentralización, 2 mil 607. Aclaro: esto es lo presupuestado, la realidad podría ser otra.
Las Participaciones se determinan mediante una fórmula de tres variables: desempeño económico, dinámica fiscal y población. Esto tiene la ventaja de otorgar seguridad jurídica a los estados, sin depender de la voluntad del Presidente en turno, sin embargo, el fondo a distribuir está determinado por la captación de impuestos del gobierno federal; la Recaudación Federal Participable.
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Cuando el SAT recauda más impuestos, la cosa va bien, pero, cuando la cosecha es magra, la situación se invierte, como sucede ahora, supuestamente por esta razón en lo que va del año —aunque hay que ver si no hay mano negra— Coahuila ha recibido menos recursos de los presupuestados.
Los estados pueden disponer libremente de dichos fondos, pero deben entregar el 20 por ciento de los mismos a los municipios, esto por ley, y en el caso de Coahuila, funcionan como garantía para el pago de la deuda contratada por el “Gobierno de la Gente”. Las Aportaciones, el otro gran rubro, son fondos etiquetados, destinados al desarrollo social y forman parte del gasto programable de la federación.
El presupuesto actual de Coahuila registró un incremento nominal del 13 por ciento respecto al año anterior, pero el servicio de la deuda —que asciende a 6 mil 726 millones de pesos- creció un 67 por ciento, debido principalmente al repunte de las tasas de interés. Tenemos entonces la tormenta financiera perfecta: menos recursos federales —el año que entra viene con jiribilla: hay elecciones, se deben “terminar” las obras consentidas y es el año de Hidalgo-,y continuará la sangría de la mega deuda.
En este nada promisorio contexto, ¿qué opciones tendría el gobernador electo para realizar su plan de gobierno?
Primera: Llevar a cabo medidas contundentes para racionalizar el gasto, definiendo como prioritarios tres rubros: seguridad, salud y educación, esto significa que se deberá meter tijera a muchos rubros, lo cual pudiera afectar intereses, asimismo, hay que revisar los sistemas de pensiones.
Segunda: Aumentar los impuestos existentes o crear unos nuevos. Esta es una medida impopular y por lo tanto poco factible, considerando que los principales gravámenes son exclusivos del gobierno federal, por lo que el estado de Coahuila tendría un margen de maniobra reducido.
Tercera: Se trata de un recurso extremo: evaluar si nos conviene continuar dentro del pacto fiscal con la federación, sin embargo, salir del mismo sería altamente riesgoso y hay además aspectos legales que pudiesen limitar nuestra capacidad de fiscalización.
Cuarta: Repudiar la deuda con los bancos haría de Coahuila un paria en los mercados financieros, lo que también traería graves consecuencias.
Quinta: Continuar con las reestructuraciones de la deuda, o como se dice, seguir pateando el bote.
Sexta: Lograr que el capital privado participe de forma contundente en la inversión pública, por ejemplo, mediante marcos jurídicos establecidos, como el de las Asociaciones Público-Privadas, las APP. Desde luego, el inversionista obtendría una ganancia, pero a cambio, el estado liberaría recursos para destinarlo a los conceptos prioritarios.
A corto plazo pienso que la primera y la sexta opción serían las más factibles, confiando en que el Consejo de Viabilidad Financiera anunciado por Manolo Jiménez brinde resultados positivos, de lo contrario se seguirá gobernando con el freno de mano.
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Aclaración: Este artículo es de mi autoría, no es producto de la inteligencia artificial -por ahora-, porque el programa ChatGPT tiene la capacidad de redactar textos, lo que pudiera afectar a gremios como el de los abogados, y a los escritores, por esa razón los guionistas de Hollywood se han ido al paro pidiendo seguridad en su trabajo.
Encuesta Vanguardia
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