Gota a gota el agua se agota

No soy experto en materia de agua, ni pretendo serlo, pero la vida me ha dado varios amigos que sí lo son, algunos formados en estudios técnicos del agua, otros que se formaron en el aprendizaje cotidiano que brinda vivir y trabajar en el campo. De todos ellos aprendí lo suficiente para concluir que:

1.- México y el mundo enfrentan un grave problema de agua que se irá agudizando. Los campesinos, los agro empresarios, la industria y el ciclo todo de la vida se ve amenazado por una escasez nunca antes vista del líquido vital, algunas ciudades, más que otras, están padeciendo graves problemas de abasto.

2.- La gobernanza del agua, su control, manejo y administración, en todos lo niveles de Gobierno, es un caos y no parece haber la necesaria voluntad política para resolverlo.

3.- La anarquía que predomina en el manejo del agua propicia y solapa una corrupción que se auxilia y arropa en la impunidad y que tal desorden favorece los intereses de los fuertes y desampara al débil.

En lo personal, estoy convencido de las bondades del libre mercado, siempre y cuando exista un Estado rector fuerte y firme. Concentrar todo el poder en el Estado; o concentrarlo en el mercado, da al traste con muchas de sus bondades, como lo demuestra buena parte de la Historia Nacional. Mientras no se diseñe y opere un mejor sistema, creo que los equilibrios siguen siendo la mejor alternativa, ya sea en lo político o en lo económico.

Como estoy convencido de las bondades de una economía de mercado con hipoteca social, en la que la solidaridad y la subsidiariedad se ejercen al servicio de la persona y de la sociedad, considero que en México, el agua no puede estar en manos privadas. Ello no significa que el manejo del agua en manos del Estado solucione automáticamente el problema, de hecho, no lo ha sido. La regla general en México es el manejo por parte del Estado, con muy pocas excepciones, Saltillo entre ellas.

El manejo empresarial del agua tampoco soluciona los graves problemas de gobernanza del agua porque vivimos en un sistema corrupto y corruptor, donde, con entera impunidad, el poderoso impone sus intereses a la inmensa mayoría que carece de voz y de representantes con agallas que defiendan los intereses del pueblo. No es solución, porque el “capitalismo de cuates” que padecemos justifica con mucha facilidad las necesidades de la gran agroindustria y de la industria, en tanto que en los poblados y áreas urbanas, se privilegia el abasto de las zonas residenciales, todo ello en detrimento del pequeño agricultor, del pequeño negocio, de las colonias populares y de los campesinos. Ciudadanos de primera y de segunda.

Las guerras por el agua se veían venir de tiempo atrás. Ya llegaron. Ya estamos viendo enfrentamientos a golpes y las primeras armas de grueso calibre están saliendo a relucir. El problema no va a detenerse, estamos viviendo apenas su comienzo.

El agua es vida, sin agua la vida es imposible, el problema no nos es ajeno, nos compete a todos. Abundan los expertos, pero nadie escucha, unos sirven a los intereses que contrataron sus servicios; otros cultivan sus egos; otros más son silenciados porque pisan callos. La gran mayoría de los políticos no tienen ni la más remota idea de qué hacer con el problema. El primer jalón de orejas ya se dejó ver.

El derecho humano al acceso suficiente de agua de calidad para toda persona, consagrado en la Constitución, debe prevalecer sobre cualesquier otra consideración o interés. La sobreexplotación de los mantos subterráneos debe revertirse, es preciso exigir por ley un uso eficiente del agua. Los grandes usuarios deben ser obligados al tratamiento y reúso del agua que utilizan.

Todos debemos ser, en cuanto al acceso al agua, efectivamente iguales en derechos y obligaciones. Todo acceso privilegiado al agua es una amenaza a la vida. Privilegiar el crecimiento y el progreso como claves de la felicidad humana, sin considerar sus efectos, es un error fatal que compromete la supervivencia de la especie humana. Miopía y favoritismo, cobijados por una corrupción e impunidad endémicas y acompañadas por ignorancia, ineptitud y voracidad de los políticos, todo ello es el germen de la “tormenta perfecta”. Apenas comenzamos.

@chuyramirezr