Hablemos de Dios 256: ¿Jesucristo padeció tristeza o ansiedad?
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¿Cuáles son las características del ser humano a su juicio señor lector? O lectora. Hoy como siempre, estoy hablando de Dios por un motivo grave, lo necesito y lo amo. ¿Hay algún problema en ello? La gente es ya muy simple: los chavos ya no platican ni se preocupan por la responsabilidad de la vida; todo les es ajeno y no se hacen las preguntas vitales de la vida misma. Es decir, aquel poema que le transcribí en texto pasado del gran poeta y ensayista mexicano, José Emilio Pacheco:
“Total misterio a cada instante la vida.
¿Quién soy, para qué estoy aquí,
Qué va a pasar de ahora en adelante conmigo?
No lo sé,
Nunca lo sabré.
Vivir
Es encarnar esta ignorancia sin fondo”.
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Para mínimamente salir de esta ignorancia sin fondo que es la vida, como bien lo dijo el poeta, es necesario algo fundamental: vivir. Pero hoy ya nadie quiere aventurarse, para eso se inventó Internet y los celulares “inteligentes”: un goce pasivo el cual está destruyendo vidas. Pocos lo notan.
Con este texto voy a continuar el intentar escribir un perfil, digamos, psicológico, de carácter o cualidades o defectos de Jesucristo a través de los únicos documentos que tenemos a la mano: los Evangelios y los relatos de la Biblia. Las dos. El Antiguo y el Nuevo testamento. Y me estoy atreviendo a ello por voz y palabra de un lector, un pastor de una Iglesia Metodista en la ciudad el cual me lo pidió. Tema no menor y tema candente y duro para mí. Espero salir bien librado del embrollo.
Una andanada de preguntas de nuevo y para empezar: si fue humano lo cual ya lo demostramos en anteriores textos de esta ya larga saga de ensayos, entonces podemos tratar de establecer o intentar escribir un perfil psicológico a través de ¿cómo enfrentó la humillación pública a la cual fue sometido? ¿Cómo fue de carácter ante el escrutinio de sus paisanos los cuales lo detestaban y amaban a partes iguales?
Más preguntas: ¿El gran maestro Jesucristo padeció ictericia, tristeza, ansiedad; lo que hoy se conoce como depresión? ¿Cayó en la tentación alguna vez? ¿Cómo enfrentó los problemas diarios de la vida? ¿Padeció hambre alguna vez y cómo lo enfrentó? ¿Fue malo o tuvo visos de maldad? ¿Cómo fueron sus relaciones con sus vecinos, con un simple ciudadano? ¿Cómo fueron sus relaciones con las mujeres de su entorno? ¿Y con su propia familia, cómo se manejaba?...
¡Caramba! Y apenas vamos iniciando. Vamos a catequizar con algo inmediato y que aquí en el vecindario hace estragos: la maldita tristeza, la melancolía, la ictericia... eso llamado hoy depresión. ¿El maestro de Nazaret, don Jesús, estuvo triste, padeció depresión y ansiedad? Sí. ¿Cómo lo enfrentó? Lo vamos a explorar someramente. ¿Nos puede servir lo anterior a nosotros, humildes y patéticos mortales para afrontarlo en nuestro trajín diario? Absolutamente sí.
ESQUINA-BAJAN
Jodidos y tristes todos hemos estado alguna vez en nuestras vidas. O en la mayor parte de ella. ¿Cómo lograr un buen estado de bienestar con nosotros mismos? Lea usted a Juan:
“Yo les he dicho estas cosas para
Que en mí hallen paz. En este mundo
Afrontarán aflicciones, pero ¡anímense!
Yo he vencido al mundo”.
Es Juan 16:33. ¿Suena harto sencillo, no? pero si lo dijo Jesucristo, entonces se puede lograr, claro que sí. Cuando llegan pérdidas irreparables de seres amados, cuando llega la desolación y la angustia por una grave enfermedad o por un problema mayor, todo mundo experimentamos eso llamado tristeza y la emperrada melancolía que no se va tan fácil.
Es el mal del siglo XX y XXI (aunque siempre ha existido, lo estamos viendo con el maestro Jesucristo). Es una bestia apocalíptica sin brida ni bozal. Es la melancolía, la tristeza, la temida ictericia. Lo que hoy se conoce con un término domesticado, “depresión”.
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Dijo un poeta, atormentado como todos, Gérard de Nerval: “Yo soy el tenebroso –el viudo– el desconsolado/ Príncipe de Aquitania de la torre abolida,/ murió mi sola estrella mi laúd constelado/ ostenta el negro sol de la melancolía...”. Pues sí, este tono crepuscular y adolorido es el sino característico de estos humanos (cada vez más jóvenes) los cuales se suicidan a puños. Cuando le iba a llegar su hora, Mateo cuenta que Jesús “comenzó a entristecerse y a angustiarse en gran manera” (26:37).
Pero, el maestro Jesús nos dejó su testimonio de cómo enfrentarlo: “...ustedes llorarán y se lamentarán por lo que va a sucederme, pero el mundo se alegrará. Ustedes se lamentarán, pero su dolor se convertirá pronto en una alegría maravillosa”. (Juan 16:20).
LETRAS MINÚSCULAS
Si usted padece tristeza como yo, enfrente a su demonio cara a cara y llore y gima en su huerto de Getsemaní, pero no lo dude, usted va a salir adelante. Siempre.