En LinkedIn hay una etiqueta: #TrabajoSíHay. Coincide con una queja frecuente en ambientes empresariales sobre la “falta de personal”. Y, sin embargo, hay millones de personas disponibles para trabajar que no tienen trabajo. ¿Falta gente o faltan trabajos dignos?
Coparmex e IMCO dieron a conocer la semana pasada un revelador estudio sobre las vacantes. El estudio muestra que el 75 por ciento de las empresas considera la “dificultad para cubrir vacantes” como su principal problema laboral. Y el 40 por ciento lo considera “su principal problema”. Se estima que hay varios cientos de miles de vacantes no cubiertas en el país.
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El estudio también muestra que hay al menos 10 millones de personas disponibles para trabajar y que necesitan trabajo.
Pero además de las personas sin trabajo, hay 40 millones de personas que podrían ocupar las vacantes. Una oferta de “trabajo digno”, es decir, con remuneración suficiente para superar el umbral de pobreza y derechos laborales conforme a la ley, puede ser atractiva para atraer a alguna de las 32 millones de personas con trabajos informales y de las 8.6 millones de personas con trabajo formal, pero cuyo salario no supera el umbral de pobreza.
Subrayo que trabajo digno es únicamente lo que manda la Constitución. No se trata de “prebendas”, “beneficios extra” o consideraciones especiales.
Para acallar críticas sobre “factibilidad” del cambio de paradigma laboral sólo menciono un dato:
En México la parte proporcional del PIB para las remuneraciones al personal representa sólo el 42 por ciento del total, lo restante es para utilidades (58 por ciento). En Estados Unidos las remuneraciones representan el 65 por ciento y en la Unión Europea el 70 por ciento; las ganancias, por tanto, son el 33 y el 30 por ciento respectivamente. Las empresas en esos países pueden funcionar pagando bien a quienes trabajan (Fuente: OCDE data).
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Es tiempo de actuar. Desde las empresas ya, sin esperar más. El trabajo no es mercancía. Las personas no son “recursos humanos”, tienen derechos. Las vacantes se pueden cubrir.
Y para contar con una política pública que transforme las estructuras laborales que producen exclusión, precariedad y pobreza se requieren gobernantes dispuestos al diálogo social, pues es la única vía efectiva para desarrollar política laboral. Sin diálogo no hay solución, pues la política laboral no funciona “por decreto”.
Consultor internacional en programas sociales