‘Huachicol’: ¿fenómeno sin solución posible?
El “descubrimiento” de un gigantesco mercado de combustible robado en México fue el gran escándalo con el cual se inauguró el presente sexenio. La fórmula que la administración de Andrés Manuel López Obrador escogió para combatirlo generó incluso desabasto, pero al final se aseguró que el problema había sido resuelto de forma prácticamente total.
Tras superarse la crisis inicial, sin embargo, las noticias que se han venido conociendo apuntan en una dirección muy distinta a la del discurso oficial: la industria del “huachicol” –como se conoce coloquialmente al combustible robado– gozaría de cabal salud, lo cual implica que la red de corrupción que la sostiene seguiría intacta.
Debido a la vocación del actual gobierno por la opacidad, es muy difícil conocer de manera precisa en qué estado se encuentra el fenómeno de robo de combustible y su consecuente comercialización. Sin embargo, algunos indicadores que sí son públicos permiten hacer algunas inferencias.
Uno de esos indicadores es el reporte del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), relativo al número de indagatorias iniciadas por delitos relacionados con los hidrocarburos. Y de acuerdo con estas cifras, al menos en Coahuila el fenómeno está registrando un nuevo repunte, a juzgar por las cifras de los meses de junio y julio.
De acuerdo con los datos del SESNSP, en julio pasado se iniciaron 20 carpetas de investigación por delitos relacionados con hidrocarburos y en junio se registraron 19, cifras que representan el 60 por ciento de todos los casos registrados en el año.
En otras palabras, mientras que en los primeros cinco meses del año apenas se iniciaron cinco carpetas en promedio cada mes, en junio y julio se han multiplicado por cuatro las indagatorias.
La información disponible indica también que las tomas clandestinas, un mecanismo de robo de combustible cuya detección tendría que haber mejorado de forma importante, sigue presente y acaso las tomas que hoy se descubran sean las mismas que siempre han estado ahí.
¿Por qué el “huachicoleo” sigue ahí como si nada se hubiera hecho en su contra? La respuesta es sencilla: porque las redes de corrupción –indispensables para que exista– siguen operando en total impunidad a pesar de que han transcurrido ya cuatro años de un gobierno cuyo principal compromiso, se dijo, era erradicar la corrupción.
Y es que para mejorar los resultados en este o cualquier otro rubro, los discursos no aportan nada en términos de transformar la realidad. Para eso lo que se requieren son estrategias puntuales, es decir, una meta clara a lograr y una fórmula para perseguirla.
Claramente en materia de combate al robo y comercialización ilegal de combustibles este gobierno ha carecido de una estrategia y por ello seguimos observado repuntes en la apertura de carpetas de investigación, cuando lo que debería ocurrir es exactamente lo contrario.