Compartiré reflexiones sobre un sitio único en México con el finde de dibujar acciones y conceptos de personas que interpretan, con sus conocimientos, ángulos de interés sobre este lugar y su gente. La cosmovisión rarámuri se vincula a la naturaleza, entonces ésta no puede existir sin una relación estrecha con los elementos de la Tierra. Ellos en su andar de cientos de años “huellan” una historia que sigue viva gracias a que la Sierra Tarahumara, que habitan, es una barrera, una ínsula que ha permitido que su cultura permanezca casi intacta. Aunque la museóloga y museógrafa Gina Ulloa (quien fuera memorable directora del Museo Regional El Obispado) ha comentado que las fiestas tradicionales están en riesgo, ya que se ha mermado el número de participantes, y las vestimentas típicas de pronto han sido salpicadas por el uso de tenis estadounidenses en lugar de huaraches de tres agujeros.
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Para fortuna existe una siríame (gobernadora tradicional rarámuri) como María Luisa Bustillos Gardea, quien lleva al frente de esta responsabilidad nueve años, mismos que ha utilizado para fortalecer la cultura de identidad de los suyos.
Fui testigo del informe de gobierno de una dupla de hombres que se complementaron como autoridades del municipio de Guachochi, Chihuahua, municipio situado en el corazón de la sierra. Uno de ellos es el primer alcalde municipal rarámuri. Inicialmente, Alejandro Hernández Cruz fue vicealcalde de José Miguel “Pepe” Yáñez Ronquillo, cuando Pepe decidió contender por la reelección dejó la posición a Alejandro por unos meses, mismos que bastaron para demostrar las múltiples capacidades del rarámuri al frente de la comuna. Observé el respeto del cabildo y de los más de veinte directores municipales al final de la lectura en su lengua y luego en castellano, hacia este hombre que es un ícono de Guachochi, porque es su imagen la que aparece desde hace tiempo en carteles, pósteres y en la comunicación visual del ahora pueblo mágico.
Al final de su informe, Alejandro Hernández Cruz, ataviado orgullosamente con indumentaria tradicional, dijo al alcalde electo que le había dejado unas máquinas excavadoras, afuera del recinto oficial en el que se presentó su informe y en donde se haría la toma de protesta a Pepe Yáñez, para que siguiera trabajando, lo que provocó una risa de aceptación por parte de las personas allí reunidas.
Hubo momentos muy conmovedores en la ceremonia, por ejemplo, el homenaje póstumo a una funcionaria; los reconocimientos al alcalde y directores salientes. Era evidente la armonía visual de los exintegrantes del cabildo, ataviadas las mujeres mestizas y rarámuris de un vestido en el mismo tono lila. Fue muy emotivo el acto de transmisión del bastón de mando entre el alcalde saliente y el entrante, ceremonia en la que Pepe se arrodilló para recibirlo de Alejandro en un ambiente místico en el que también le impusieron un pañuelo rojo que circundaba su cabeza y bajaba a sus hombros. El discurso de Pepe fue entrañable: dijo que valía más la imaginación que los recursos económicos y más la visión colectiva que una determinación personal.
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Yo estaba sentado a la izquierda de su padre, don Telésforo Yáñez Bustillos quien, viudo desde hace casi diez años, recibe de sus cuatro hijos varones un trato reverencial, pues le besan la mano en señal de respeto. Lo vi llorando mientras hablaba su hijo. Él ha dicho públicamente que está observándolo de cerca en su papel como alcalde para asegurar que conserve el comportamiento ético que aprendió en la familia.
Este hombre de 77 años se siente contento porque le pidió a su hijo la construcción de un parque de beisbol que ahora disfruta la comunidad. Según él, Pepe en su adolescencia fue un gran jardinero central que no dejaba ir ninguna bola. Y sigue así en su rol como autoridad municipal, no dejando ir ninguna oportunidad para que su pueblo gane con las “mejores jugadas” de una buena gobernanza.