Inflación: ¿por qué no ha sido controlada?

Opinión
/ 25 octubre 2024

Una de las variables económicas que más dolores de cabeza genera a quienes, desde las instituciones públicas, tienen la obligación de mantenerla bajo control, es la inflación. Y ello es así porque se trata de una variable multidimensional que es afectada por múltiples circunstancias de forma simultánea.

La compleja forma en que la inflación opera implica también una dificultad importante para explicarla. Definida de forma simple como “el aumento generalizado y sostenido de los precios de bienes y servicios en una economía durante un período de tiempo”, el concepto da la impresión de que puede ser fácilmente controlada.

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Y es que el más elemental sentido común lleva rápidamente a considerar que, si el problema es el incremento de los precios, pues bastaría con decretar que éstos no pueden cambiar para que la variable permaneciera estable.

La inoperancia de tal lógica se debe a una razón simple: las sociedades modernas se han vuelto sumamente complejas y ello ha vuelto imposible el control de las variables que afectan los precios de las cosas. Se trata, paradójicamente, de uno de los costos de eso que llamamos “progreso”.

Sin embargo, al menos en teoría el sector público cuenta con una serie de herramientas de las cuales puede echar mano a fin de incidir en el comportamiento de los precios y, de esta forma, hacer que la inflación se mantenga en parámetros razonables.

Para el caso de nuestro país ese “parámetro razonable” ha sido fijado por el Banco de México en tres por ciento para el presente año, con un margen de variación de un punto porcentual. En otras palabras, para 2024 se ha planteado que una inflación “tolerable” es del cuatro por ciento.

El problema es que cuando hablamos de una inflación de cierto nivel no estamos hablando de que todos los precios sufran una variación de esa magnitud, ni que los incrementos sean los mismos en todas partes. Lejos de tal posibilidad, hay algunos precios que sufren incrementos muy grandes y éstos pueden darse sólo en regiones particulares, tal como ocurre desde hace tiempo con los alimentos en Coahuila.

Así, de acuerdo con la más reciente medición del Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC), dada a conocer ayer por el Inegi, alimentos como el tomate verde, la papaya, el aguacate o el pepino registraron un alza en su precio por encima del 40 por ciento en nuestra entidad.

Más aún: entre las cinco ciudades con mayores alzas de inflación en el país, de acuerdo con la referida medición, dos se encuentran en Coahuila: Acuña y Monclova. No se trata, por cierto, de la primera ocasión en que los alimentos tienen un peso relevante en la conformación de altas tasas de inflación para nuestra entidad.

Cabría esperar, desde luego, que las autoridades responsables de controlar la variable puedan ajustar rápidamente sus estrategias y que tales ajustes se reflejen en estabilidad de los precios, pues a los coahuilenses ya nos ha pasado el fenómeno una alta factura.

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