Infraestructura verde. Una solución de valor agregado

Opinión
/ 24 septiembre 2025

Emulando los procesos naturales y aprovechando la infraestructura natural de los suelos y sus propiedades permeables, esta estrategia ayuda a gestionar con mayor eficiencia ambiental los escurrimientos desde el origen, con grandes beneficios

Para nadie es un secreto que el acelerado y desordenado crecimiento de las ciudades en México ha intensificado los efectos de problemáticas urbanas que, si bien ya se experimentaban, no lo hacían con la intensidad y la frecuencia que lo hacen actualmente.

La urbanización “impermeabilizadora” –aquella que sella el suelo natural con placas de concreto, entorpeciendo los procesos naturales de absorción e infiltración de agua– es particularmente perniciosa, poniendo en riesgo la integridad y patrimonio de las personas.

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Lo anterior, al provocar una desmedida acumulación de agua, que deriva en mayor volumen, mayor fuerza y mayor velocidad de las avenidas de agua, las cuales resultan incontenibles para una infraestructura pluvial diseñada para cargas reducidas.

Pero el impacto se extiende también a la calidad de vida de la población. A menor cantidad de agua captada por suelos permeables, menor recarga de los acuíferos y, en consecuencia, menor disponibilidad de agua potable, aumentando la presión al servicio.

Por supuesto, también se encuentra la afectación que esta situación presenta para los ecosistemas. La disponibilidad de agua en condiciones adecuadas para el sostenimiento de procesos naturales vitales se ve afectada por las mismas razones antes expuestas.

Afortunadamente, existe la posibilidad de adoptar soluciones de costo relativamente bajo (sobre todo si lo comparamos con el costo de no hacer nada) y de un impacto razonable para mitigar las consecuencias que el inadecuado modelo de urbanización trae consigo.

Me refiero a la infraestructura verde. Esta propuesta ha sido implementada por un gran número de ciudades como una estrategia de innovación y resiliencia urbana orientada a prevenir los impactos antes señalados a partir de un replanteamiento del espacio público.

Y la pertinencia de esta alternativa es enorme, sobre todo si consideramos que por años se ha tratado de resolver la problemática con infraestructura gris, que consiste en sistemas de drenaje que buscan evacuar las aguas pluviales fuera de la ciudad.

Esto, aunque pudiera dar la percepción de efectividad en la inmediatez del corto plazo, irá minando el equilibrio natural que proveen los mantos freáticos ante la disminución en su recarga, además de llegar a superar su capacidad de carga, demandando más inversión.

En cambio, la infraestructura verde, emulando los procesos naturales y aprovechando la infraestructura natural de los suelos y sus propiedades permeables, ayuda a gestionar con mayor eficiencia ambiental los escurrimientos desde el origen, con grandes beneficios.

Evidentemente esta solución por sí sola no resuelve la problemática. Además de precisar de una gran cantidad de intervenciones, debe insertarse como un componentes más de un complejo sistema de control de riesgos hidrológicos, de responsabilidad compartida.

Pero el punto a favor está precisamente en lo mencionado líneas atrás. Al estar inspirada en mecanismos y procesos naturales, así como aprovechar las características del suelo y la vegetación, la infraestructura verde genera beneficios mientras atiende la problemática.

Uno de los ejercicios más exitosos es el de la ciudad de Hermosillo, Sonora, donde la entonces directora del Instituto Municipal de Planeación de esa ciudad, junto con su equipo de trabajo, generó un completo manual técnico para este tipo de intervenciones.

Precisamente, el manual define la alternativa como una infraestructura polifuncional que, mediante sistemas naturales o soluciones de ingeniería inspiradas en ellos, busca mejorar la calidad ambiental y proveer servicios sociales, culturales, económicos y ambientales.

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Pero el esfuerzo no quedó ahí. Se trabajó también en la integración de una “paleta vegetal”, que determina las especies vegetativas propias de la región y adaptadas a las condiciones climáticas de la ciudad, para que la cubierta vegetal sea realmente viable.

Así, incorporando mecanismos de infiltración natural enmarcados por infraestructura armónica con el paisaje urbano y dotada de elementos verdes adaptados al contexto en que se insertan, se busca resolver una parte del problema, con gran valor agregado.

Resulta beneficiada también la arquitectura del paisaje, la mitigación del efecto propio de espacios urbanizados que conocemos como “isla de calor”, así como la posibilidad de incorporar valores culturales e identitarios, favoreciendo la apropiación comunitaria.

Una ciudad que invierte en soluciones innovadoras, ingeniosas y de perspectiva sistémica para las problemáticas que enfrenta, tiene abiertas las puertas a un futuro posible.

jruizf@henka.com.mx

Abogado por la U.A. de C., especializándose en Derecho Ambiental y Gestión Urbanística. Cuenta con Maestría en Gestión Ambiental por la U.A.N.E. Cursa actualmente estudios de Doctorado con enfoque en Derecho a la Ciudad. Ha colaborado en los Institutos Municipales de Planeación de Torreón y de Saltillo, así como en la Delegación Coahuila de SEMARNAT. Ha representado a México en diversos foros internacionales, entre ellos el SWYL Program y la Tokyo Conference, organizados por el Gobierno de Japón. Se desempeñó como Director Operativo de COPERES y Presidente de la Representación Coahuila de la Asociación Mexicana de Urbanistas. Es catedrático a nivel Licenciatura y Posgrado en instituciones como la Universidad Autónoma de Coahuila y la Universidad Iberoamericana.

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