Inicia la cuenta regresiva hacia la crucial elección de 2024

El año 2023 está tocando a su fin y comienza, ¡por fin!, la cuenta regresiva del 2024. Se trata de un año crucial para los mexicanos, entre otras cosas porque habrá de tener lugar, el primer domingo del próximo mes de junio, una de las elecciones más importantes de nuestra historia.

La elección federal será, a no dudarlo, el evento más relevante del año en términos del futuro de nuestra democracia, pues su resultado definirá si el andamiaje institucional construido con tantas dificultades a lo largo de las últimas décadas -y gracias al cual logramos dejar atrás el régimen de la “dictadura perfecta”-, logrará sobrevivir o será definitivamente desmontado.

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Pero cuando hablo de la elección federal no me refiero a la elección presidencial sino, esencialmente, a la legislativa, es decir, al proceso mediante el cual serán renovadas ambas cámaras del Congreso de la Unión.

Esa es, desde mi perspectiva, la elección realmente importante a la cual estamos convocados. Y es así porque la supervivencia de las instituciones construidas durante la llamada “transición democrática”, es decir, en el período durante el cual el PRI fue perdiendo paulatinamente su posición de partido hegemónico, depende de la composición del Poder Legislativo.

En concreto depende de una cosa: de no cometer el mismo error de 2018. ¿Cuál fue ese error? Entregarle todo el poder a un sólo individuo y permitirle usarlo con propósitos anti democráticos. Ese error se corrigió en 2021, cuando el voto ciudadano le retiró la posibilidad de reformar a su antojo la Constitución.

En otras palabras, la supervivencia de nuestra democracia depende del apuntalamiento, a partir del voto ciudadano, de los contrapesos institucionales indispensables para contener las pulsiones autoritarias de nuestros políticos.

En principio todos los integrantes de nuestra clase política requieren contenciones, pero en el momento actual es preciso decir, con toda claridad, quienes representan el mayor peligro democrático para el país: Andrés Manuel López Obrador y sus apandillados de Morena.

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Es a ellos, en el presente, a quienes debemos contener. Es a ellos a quienes debemos negar la posibilidad de modificar la Constitución como si el país fuera de su propiedad y con ello rescatar instituciones vitales para la convivencia republicana.

No bastará, y eso es necesario decirlo también, el impedirle a Morena (o sea, a López Obrador) obtener la mayoría calificada en el Congreso de la Unión. Porque esta no es una lucha entre “buenos” y “malos”, sino una contienda entre las peores facciones de la política mexicana.

Además de negarle a Morena la mayoría parlamentaria durante los próximos años, los ciudadanos deberemos forzar al resto de los legisladores a comportarse en línea con las aspiraciones colectivas, es decir, a empujar una agenda para corregir el rumbo y apuntalar la democracia.

Tenemos poco más de cinco meses para avanzar en esa dirección.

Aristas

¿Cuál es la razón para, en un país presidencialista cuyos habitantes suelen preferir el despotismo a las formas democráticas, no poner el énfasis en la elección presidencial?

En mi opinión, porque en los comicios del año próximo es preferible dejar a Morena en la Presidencia de la República. ¿Y eso? Me preguntó un buen amigo con quien compartí hace unos días esta idea.

Bastante simple: dadas las condiciones en las cuales dejará el país López Obrador -en múltiples sentidos- es mejor para todos dejarle a su pupila el trabajo de recoger el tiradero. Además, esa sería la única forma de garantizar la salida del mesías tropical de la escena pública y el advenimiento del juicio de la historia sobre su paso por la Presidencia.

¡Feliz fin de semana!

@sibaja3

carredondo@vanguardia.com.mx