La ciudad y el teatro: crónicas del Fernando Soler
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Es tal vez Flores Tapia el gobernador que dio más impulso a la cultura y las artes durante una administración. El mérito incluye no solamente la promoción de artistas y creadores, sino la instalación física adecuada para que el arte fluyera.
Así, 44 años atrás, nacía en marzo de 1979 el Teatro de la Ciudad Fernando Soler, con una verdadera gala de artistas y espectáculos de los que haré la crónica de tres que me impactaron.
Elis Regina, cantante brasileña, se presentó esa noche de 1979 con su menuda figura, cabello desalineado, con su voz de mezzosoprano, entonando canciones de bossa nova principalmente de Tom Jobim. Acababa de grabar su LP titulado “Elis especial” por lo que incluyó en su repertorio la mayoría de los títulos incluido “Credo”.
El cenit de la noche lo genero “Aguas de marzo”, una canción con gran ritmo y la letra de Antonio Carlos Jobim, que asemeja un pasaje del relato de Manuel Puig en su obra “Boquitas Pintadas” y dicta: “Es un palo, una piedra/el final de un camino/es un paso, es un puente/es un sapo, una rana/es un bello horizonte, una fiebre terciana”. Para mi gusto “Alo, alo, marciano” lleno mis expectativas de tal manera que al siguiente día busqué el disco en la tienda de “Chuy” López Castro, por la calle Allende.
Elis Regina era considerada enemiga del régimen militar brasileño a quienes se había referido como una “camarilla de gorilas”. Advertida sobre su desafío fue obligada a cantar el himno nacional en las olimpiadas militares y tres años después de su presentación en Saltillo fue encontrada muerta en su casa, dicen las voces que como represalia por su férrea critica al gobierno. Su presencia fue de una noche, pero aún sigue cantando.
Alfredo Zitarrosa, trovador uruguayo. Alentando el canto del folclor de la pampa, mezclaba candombes y sobre todo milongas. Elegante, traje de solapa corta y corbata oscura, cigarro en mano, de voz grave y canto elocuente, casi por consejo o lección.
A pesar de la fama, y que en ese tiempo residía en nuestro país, en su presentación el teatro no lució lleno, ni siquiera con las cortesías, al parecer por el poco tiempo de difusión que tuvo, derivado del número de artistas que el Gobernador atrajo en esa primera temporada.
Acompañado de su cuarteto de guitarras logró llevar a la emoción en una parte y la conciencia en otra, sobre todo por el número de funcionarios públicos que se dieron cita cuando interpretó “La ley es tela de araña” y su cruel condena “La ley es tela de araña, y en mi ignorancia lo explico, no la tema el hombre rico, no la tema el que mande, pues la rompe el bicho grande y sólo enrieda a los chicos”.
Otro de los cantantes en el exilio por su afiliación política de izquierda que fue vetado no sólo en Uruguay, sino en Chile y Argentina, salió de su país en 1976 y no pudo regresar sino hasta 1984.
Nacha Guevara, cantante argentina, es también una exitosa actriz. Esa noche el lleno fue total, desde mi butaca pude observar que el actor “Chuy” Valdés no alcanzó lugar y estaba sentado en la alfombra de uno de los pasillos del teatro. Acudí con “Chita”, mi madre, y mi tía tía Cecy, promotora del arte como ninguna hubo en la ciudad.
Nacha, ataviada de un vestido largo brillante que denotaba su esquelética figura, fue acompañada del piano de su esposo Alberto Favero, iniciando su presentación con la canción: “Nacha de noche”, a la que siguieron: “Hombre preso que mira a su hijo” y “Padre nuestro latinoamericano”, poemas de Benedetti musicalizados y actuados de una manera sublime que emocionaron al auditorio.
En medio del espectáculo, y después de cantar el vals del minuto, un motivado Flores Tapia subió al escenario y entregó las llaves de la ciudad a la dama cantante.
Nacha también era habitante del exilio en Argentina y en ese tiempo vivía en España. “Chita”, mi madre, no solo hizo que consiguiéramos el disco en la misma tienda narrada, sino tiempo después grabarlo en un casete, para poderlo escuchar en el auto. Haya cosa.
44 años después de ese evento, la gala anunciada en conmemoración resultó un pinchurriento programa que define perfectamente el interés de esta administración en el arte y la cultura y sobre todo el gusto buchón de sus titulares. Válgame dios.
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