La ‘crisis’ de Shanghái: ¿es una oportunidad?
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Hace días que en el mundo entero se advierte de los efectos adversos que tendrá el “colapso” del puerto de Shanghái, cuyas operaciones se han visto seriamente disminuidas debido a las estrictas medidas adoptadas por el gobierno chino, luego del brote de COVID-19 que padece dicha región.
El confinamiento decretado debido a la mayor ola de contagios desde que el virus apareció en Wuhan, hace más de dos años, ha impedido que casi un tercio de las mercancías que salen del citado puerto hacia todo el mundo puedan ser enviadas a su destino.
Se trata de un hecho que impactará a las cadenas de suministros de múltiples industrias, entre ellas a las asentadas en la Región Sureste de Coahuila, como lo reconocen diversas voces que reseñamos en la edición de hoy.
Sergio Alain Aguilar Guerra, presidente de la Asociación de Industriales y Empresarios de Ramos Arizpe (AIERA), ha dicho al respecto que los plazos de entrega, que normalmente van
de 30 a 40 días, podrían llegar hasta los cinco meses debido a las circunstancias en la ciudad portuaria china.
La situación en nuestra Región, así como en otras zonas industriales del mundo, no se agravará de inmediato, pues la peor parte del efecto se prevé para el próximo mes de junio, cuando comience a resentirse el retraso que se está generando en este momento.
Por ello, las empresas proyectan desde ahora estrategias para disminuir el efecto negativo de este fenómeno que se agravará en la medida en la cual las medidas para contener la propagación del virus en China vaya sumando días al confinamiento.
Incremento en los inventarios, así como la búsqueda de nuevos proveedores o proveedores alternos, figuran entre las medidas que se están considerando desde ahora, a fin de estar preparados para lo que, de forma inevitable, ocurrirá en un plazo de seis a ocho semanas.
Pero la situación, además de constituir un problema, también puede representar una oportunidad para explorar el desarrollo de proveedurías domésticas que entren a competir con los fabricantes asiáticos y con ello diversificar la economía y fortalecer las cadenas de valor locales.
Valdrá la pena que los empresarios −nacionales y extranjeros− asentados en México y, en particular, los de nuestra región puedan encontrar áreas de oportunidad que permitan apuntalar las cadenas productivas en nuestro propio territorio.
No es posible, desde luego, construir en unas cuantas semanas una planta productiva de todos los suministros que nos llegan desde Asia. Pero seguramente es posible detectar áreas de oportunidad en esta ventana que abre la crisis que hoy ha colapsado a Shanghái.
Habría que plantearse, por ello, no solamente una estrategia para sortear al menor costo posible los efectos negativos que tendrá en nuestra región este hecho, sino también cómo sacar ventaja de una circunstancia que podría repetirse −por diversas causas− en el futuro próximo.