La evolución de las especies: ¿No hay Dios, y el mono es nuestro Adán?
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Cuando Charles Darwin se embarcó en el barco HMS Beagle, en un viaje de exploración alrededor del mundo, inspeccionó las islas Galápagos, donde aprovechó la oportunidad de observar la vida vegetal y animal, y recolectar especímenes tanto vivos como fosilizados para estudiarlos.
A su regreso a Inglaterra en octubre de 1836, Darwin comenzó a reflexionar sobre sus observaciones y experiencias, y durante los siguientes dos años desarrolló una innovadora teoría de la evolución a través de la selección natural. Pero más allá de un pequeño círculo cercano de amigos científicos, Darwin no le contó a nadie sus puntos de vista. De hecho, no publicó su famoso libro sobre el origen de las especies por medio de la selección natural hasta un día 24 de noviembre, pero de 1859, más de 20 años después de haber formulado su teoría. Cuando lo hizo, fue un éxito de ventas inmediato y rápidamente desató una tormenta de controversias. Y es que se cree que ningún libro que no sea la Biblia ha tenido un mayor efecto en la humanidad que la obra del naturalista inglés.
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El logro del joven Darwin fue ofrecer una explicación plausible y convincente de cómo evolucionan las especies y usarla para rastrear la historia del desarrollo de la vida. Todas las criaturas existentes, argumentó, descienden de un pequeño número de especies originales o progenitoras. Comparó la historia de la vida con un gran árbol, cuyo tronco representa estos pocos ancestros comunes y un extenso sistema de ramas que simbolizan la gran variedad de vida que ha evolucionado a partir de ellas.
Esta evolución, escribió Darwin, se debe a dos factores. El primero es que cada animal está marcado por diferencias sutiles que lo distinguen de sus padres. Darwin, que llamó a estas diferencias “variaciones”, entendió su efecto, pero no su causa; la idea de la mutación genética, y su estudio científico surgirían hasta principios del siglo XX. El segundo factor, es que, aunque las variaciones son aleatorias, algunas de ellas transmiten distintas ventajas que equipan mejor a una criatura para sobrevivir en su entorno. Una mayor probabilidad de supervivencia permite una mayor oportunidad de reproducirse y transmitir características ventajosas a un mayor número de descendientes. Con el tiempo, una ventaja se extiende a lo largo de una especie; a su vez, es más probable que la especie perdure y se reproduzca.
Por lo tanto, en el transcurso de muchas generaciones, ocurren y se acumulan cambios sutiles, que finalmente se transforman en cambios más grandes y, posiblemente, incluso en una nueva especie.
Pero de inmediato, las iglesias rechazaron enérgicamente la teoría de la evolución porque, contradecía las enseñanzas fundamentales de la fe cristiana y era una franca oposición a la idea de que todas las criaturas habían sido creadas “según su especie” por Dios, como se describe en el libro del Génesis. Antes de Darwin, la teoría conocida como “creacionismo especial”, congeniaba con el relato bíblico de Dios, creando los peces, las aves y los mamíferos, sin mencionar la alteración posterior.
La oposición fue, pues, furiosa, tanto que el cardenal inglés Henry Manning denunció las opiniones de Darwin como “una filosofía brutal, a saber, no hay Dios, y el mono es nuestro Adán”. Hoy la ciencia ha probado que existe una coincidencia de entre 95 al 98 por ciento del ADN humano y el del simio.
En el momento de su muerte, un día como hoy, pero de 1882, Darwin era considerado el científico más importante de su época y la misma iglesia cuya teoría desafió sus fundamentos, le otorgó un funeral y entierro de estado en la Abadía de Westminster, cerca de la tumba de Newton, un hecho que fue visto como un símbolo de una incómoda tregua entre la ciencia y la religión.
Pero a pesar de que compartimos importantes cantidades de ADN con animales y plantas, los creacionistas lo siguen negando y tienen simpáticos argumentos de la teoría creacionista, pues dice: ¿Si la evolución es cierta, por qué los simios no continúan evolucionando y se transforman en humanos? Pero es solo al ver las noticias sobre algunos personajes públicos muy primitivos de la política local y nacional, es que llego a la conclusión de que la evolución continúa y que la teoría de Darwin está más vigente que nunca: ellos son la prueba.
@marcosduranfl