La fábula de Esopo y los proyectos de vida; cualquier carrera tiene un final, y cualquier persona tiene derecho a su decisión
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Hay muchos proyectos personales y colectivos que se dejan por el camino, por decisión, por necesidad, por fracasos, por falta de recursos, por insatisfacción, o bien por otros proyectos. Hace unos meses dejé uno, importante pero ya no sostenible, y hoy lucho conmigo por sostener otro. A veces me detiene una especie de flojera, o letargo. Es un poco como levantarme en la mañana, batallo para poner el primer pie en el piso, pero después de tambalear y escuchar el tronido de todas mis articulaciones, y al haber tomado el primer sorbo de café, me encuentro dispuesta a pensar, planear, programar, y ejecutar. No crean que estoy hablando de una productividad intensa, es más estilo tortuga que conejo, y todos sabemos lo que pasó en esa carrera tan hábilmente descrita por Esopo.
Hoy he leído que un proyecto de años ha cerrado sus puertas. Me sacudió un poco la noticia, no lo esperaba. Era un proyecto constante, nada aparatoso, exitoso, y no, la verdad no sé cuales han sido los motivos del cierre. Me gustaría preguntar a la persona a cargo, el fundador, el sostén de ese espacio, pero tengo poco contacto con él y la verdad es que tal vez pecaría de algo que tiendo a criticar; aparecer en un momento poco oportuno a hacer preguntas que no requieren ninguna explicación. Al cerrar Foro Amapola, algunas personas se acercaron para decirme, “¿Y si haces x o y?” “¿Has pensado en...?” “¿Tal vez se puede...?” Recuerdo claramente la cara de un hombre cuando respondí, “No, la verdad es que ya no quiero.” Llega un momento en que hay un fin. Planeado o no, ha llegado, y no hay marcha atrás. Proyectos, relaciones, amistades, trabajos, hobbies, viajes... Y saber cuando terminar es una especie de arte. Terminar de manera digna y contundente.
Mando un abrazo fuerte a quienes han terminado hoy. Les deseo paz y satisfacción. Les deseo que sus planes futuros sean suficientes y llenos de la conciencia de éxitos pasados, éxitos que jamás se ensombrecen, sino que siguen brillando en la historia de la ciudad y del barrio y dentro de la comunidad a la cual ha pertenecido.