La fiesta del tipo de cambio
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El tipo de cambio tiene una “fiesta” muy buena en México, pero no durará mucho. La importante depreciación en la cotización del peso mexicano frente al dólar norteamericano ha tomado a algunos agentes de la economía por sorpresa, pero afortunadamente no a todos. Los aumentos comenzaron la semana pasada, y han sido paulatinos, unos cuantos centavos todos los días hasta llegar a 21.42 pesos por dólar el día de ayer, aunque en su punto máximo llegó a 21.80.
No hay que olvidar que el tipo de cambio es de libre flotación en el mercado, y que es éste quien determina cuánto hay que pagar por el billete verde. Sí puede haber intervención del Banco de México, no del gobierno, que a través de la compra o venta de dólares puede hacer cambiar las tendencias del mercado para hacer frente a shocks internacionales que no tengan nada que ver con el país. Aquí es donde está el verdadero punto de análisis y lo que determinará el curso de las acciones en el corto plazo, porque en el mediano plazo el dólar regresará por debajo de los 21 pesos, sin duda.
La depreciación monetaria, en primer término, obedece a ganancias de empleo exorbitantes en Estados Unidos que reportaron los reclamos de beneficio de desempleo en su nivel más bajo en 50 años. Este hecho fortaleció el dólar no sólo ante el peso, sino frente a todas las monedas de economías emergentes. Sin embargo, este hecho debe ser interpretado con cautela porque el reporte obedece a la contratación cíclica de la economía de ese país. Además, fueron el comercio y los servicios los que dieron este impulso para vender en el comercio al menudeo, la manufactura creció marginalmente. Es por ello que, dada la volatilidad del empleo en esos dos sectores, es un hecho que tarde o temprano habrá una caída en este indicador. A finales de diciembre o a más tardar a principios de enero de 2022, se verá un cambio.
El segundo fundamental económico o “invitado” a la fiesta del tipo de cambio es la salida de capitales que no ha parado desde hace dos años. Se han fugado 36 mil millones de dólares, una cantidad muy importante, pero nada para indicar una crisis. Sin embargo, como el sistema financiero está totalmente integrado, la entrada-salida de divisas es un indicador para los mercados de compra y venta de divisas y funciona de manera inversa, si entran dólares, baja el tipo de cambio (hay más oferta) y si salen dólares aumenta el tipo de cambio (hay menos oferta). A pesar de los récords de remesas internacionales que están ingresando al país, lo que sale, que por el momento sigue siendo menos, tiene preocupados a los mercados que siguen en estado especulativo. Por el momento, la solidez financiera está asegurada, hay más dólares en reserva que la demanda efectiva del billete verde. Insisto, es pura especulación la que debilita al peso y en esa parte, el Banco de México hace muy bien en no intervenir porque no hay shock, sino mera especulación.
El tercer invitado de la “fiesta” no es nuevo y se deriva de las condiciones económicas internacionales provocadas por la situación actual en relación a la contingencia sanitaria. La COVID-19 y su cuarta ola es un hecho, ya no es saber si pasará o no, sino cuándo. Alemania tuvo récord de contagios esta semana en un día, pese a que más del 70 por ciento de la población está vacunada. Sin embargo, de acuerdo a las autoridades de salud alemanas, más del 60 por ciento de estos contagios es en población de la tercera edad, como ya sabemos, tristemente la más vulnerable. Este hecho pone en peligro nuevamente la recuperación económica del mundo, porque también Italia y Austria ya están presentando un aumento exponencial del número de casos, Austria volvió a la cuarentena. De Asia no se sabe mucho porque China no da información y los países pobres de la región nunca han tenido un sistema de información que permita rastrear la situación en tiempo real. Ante el rebrote mundial por la cuarta ola, la caída de la economía mundial será inminente, aunque bastante más leve que en olas anteriores. Se estima que esta nueva etapa de la pandemia dure en Europa hasta el fin del invierno y en América Latina hasta mediados de febrero debido a las condiciones climáticas que privan en estos continentes.
El ajuste que habrá por este motivo está llevando a inversionistas a salir de posiciones o inversiones donde se dependa del consumo no masivo (enseres domésticos, autos, papel, por mencionar unos ejemplos) y se están empezando a refugiar en las monedas de países desarrollados como el dólar y el euro. No han tomado posiciones en metales preciosos porque no hay disponibilidad y por el alto costo que tienen porque ya se ajustaron anteriormente a condiciones similares. Esto tampoco es permanente, por lo que las expectativas de un retroceso en el tipo de cambio son reales y sólidas.
Se ha hablado también de que si el nombramiento de la potencial directora del Banco de México no le gustó a los mercados o que si el nombramiento de “proyectos estratégicos” de las obras poco progresistas del Presidente influyeron en el proceso de depreciación. Eso probablemente habrá representado pocos centavos, muy pocos en realidad respecto a cómo está el dólar el día de hoy, y ciertamente debe influir en el ánimo de quienes arriesgan su dinero. Aún esto, será pasajero y habrá nuevamente tranquilidad en los mercados en máximo tres semanas.
Insisto en que la “fiesta del dólar” no pueda durar mucho como se ha mencionado anteriormente. La mayor amenaza económica es la pandemia de coronavirus. Sigue cobrando vidas alrededor del mundo, en unos países menos que en otros. Había la esperanza de que la curva ya no subiera por el efecto de las vacunas y las nuevas píldoras que ya están en el mercado para tratar la enfermedad. Sólo ha habido respiros en los breves intervalos en que el número de casos baja drásticamente.
El bajo nivel de consumo en que se encuentra la economía mexicana ayudará irónicamente a la recuperación no sólo del tipo de cambio, sino también de la inflación. En el primer caso, la demanda de dólares disminuirá rápidamente, ya que solamente los ahorros bancarios (que menos del 20% de la población tiene) están comprando el billete verde y los inversionistas extranjeros. Por el momento hay una reserva muy grande de esta divisa, y hay que esperar a que se estabilice el mercado para que se vea el verdadero nivel de intercambio económico nacional e internacional. En el segundo caso, el mermado poder adquisitivo de los salarios no generará un disparo inflacionario porque no habrá necesidad de incrementar la producción, pues la población no tendrá dinero con qué comprar. Aunque lo dude, en estos momentos la pobreza ayuda, tal vez por eso el gobierno federal en su visión estratégica generó 2.1 millones más de mexicanos en pobreza extrema. Quién lo diría, la fiesta del dólar llena de pobres, para que no se sienta fifí.