La imprenta en la Independencia y los cuernos en un viejo impreso

Opinión
/ 4 septiembre 2022
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En la búsqueda de información sobre la importancia de la imprenta como vehículo de difusión de las ideas y apoyo de la polémica en las luchas de independencia, leí en el “Diario de México”, en su edición del domingo 2 de junio de 1811, una composición poética con el título “Probando ser fábula la producción de los cuernos en ciertas cabezas”. Aunque el “Diario” no señala autor alguno de la octava, ésta se le ha atribuido a José Cadalso, escritor ilustrado español del siglo 18 y autor de las famosas “Cartas Marruecas”. Transcribo los versos:

Moisés con cuernos pareció adornado,

y no fueron sus cuernos verdaderos; dos cuernos a la Luna
han levantado los astrólogos vanos
embusteros; el demonio con cuernos han pintado,

porque son los pintores majaderos:

pues si todos los cuernos son fingidos,

¿por qué no han de creer en cuernos los maridos?

El poema tuvo respuesta inmediata, también en verso. Fue enviada por un lector que se firma F.J.A. y se publicó en el mismo “Diario de México” nueve días después, el martes 11 de junio, con el siguiente título: “Respuesta a la octava del Diario 28069 del día 2 del corriente”:

Aunque no eran los cuernos verdaderos,

la cara de Moisés era cornuda: aunque lo digan
varios embusteros,la Luna tiene cuernos,
y no hay duda: y aunque sean los
pintores majaderos la figura del diablo
es muy señuda: y por más que los
cuernos sean fingidos,siempre quedan
cornudos los maridos.

Hoy la expresión sigue vigente, aplicada por igual a hombres y mujeres, con algunas variantes como “a fulanito su mujer lo hace güey”,o “a fulanita su marido la hace güey” que es lo mismo que decir a uno o al otro le están poniendo los cuernos; y por otro lado, la frase “hacer el sancho” se aplica a quien los pone.

Nadie sabe con exactitud el origen de la frase “poner los cuernos” aplicada a la infidelidad. En la España medieval, la legislación penaba la curiosa acción de arrojar huesos o cuernos a las puertas de la casa de un hombre casado para ofender su honor y hacer público que en su hogar había entrado el deshonor. El tema fue casi una obsesión en la literatura española de los siglos 16 y 17, encabezado por Quevedo y su composición “El Siglo del Cuerno”.

En la antigüedad, el adjetivo “cornudo” se aplicaba solamente a los maridos engañados. Eso y el ancestral machismo que prohibía la infidelidad a la mujer y no así al hombre, hace pensar que posiblemente la expresión tenga su origen en la mitología, en la que abundan los ejemplos de infidelidad femenina. De las relaciones sexuales que tuvo Pasifae, la esposa del rey Minos, con el Toro de Creta nació el Minotauro, episodio del que probablemente quedaron los cuernos como señal de la traición matrimonial. Otro origen similar de la expresión lo da Sebastián de Covarrubias en el “Tesoro de la Lengua Castellana o Española”, donde afirma que la frase “tomó ocasión de lo que se cuenta de Mercurio, que en figura de cabrón tuvo ayuntamiento con Penélope, mujer de Ulises; del cual nació el dios Pan con cuernos”. El cristianismo tomó la figura del mitológico Pan, caracterizado por su lujuria y representado con cuernos, para asociarla con el demonio.

Curiosidades que provoca la lectura de viejos periódicos impresos.

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