La lógica y la infamia
La naturaleza y las cosas funcionan como una maquinaria de reloj, mientras el ser humano no las intervenga sabemos qué esperar de ellas. Con los seres humanos no pasa lo mismo. Nunca se sabe qué esperar. Y no es porque la lógica de por sí no responda a la esencia de su sentido, sino porque está supeditada a la inteligencia, a la voluntad, a la moral y a la ética de quien la usa o no, según sea el caso.
Y es que para que opere el pensamiento lógico se requiere de un cierto bagaje de conocimiento o de decencia. Y aunque muchos esperamos que las personas actúen apegados a ciertos lineamientos y principios que operan en las distintas dimensiones, la lógica no funciona. Como dijo Terry Eagleton en la página 143 del libro “Sobre el Mal”, aludiendo a las causas del mal en la humanidad: (...) “quienes esperen demasiado de la naturaleza humana, acabarán cruelmente desencantados”. Por supuesto, hay honrosas excepciones que usted y yo conocemos.
Volviendo a lo nuestro. La lógica tiene que ver con el espíritu crítico, con la coherencia, con la posibilidad de razonar, con el hecho de guardar un orden mental en nuestras reflexiones y discursos, y con la forma en cómo afirmamos o negamos la realidad que se nos presenta. A través de ella definimos, conceptualizamos, clasificamos, creamos y organizamos nuestros procesos mentales e intelectuales, ¿de dónde cree usted que surgió todo el despliegue científico y tecnológico del que ahora disfrutamos?
Pero lo más importante es que a través de la lógica podemos aproximarnos a la verdad. Sin lugar a duda, los grandes científicos llegaron a la meta gracias a sus inferencias, pero sobre todo a la implementación de la lógica como disciplina que los llevó a la comprobación de las mismas. En la cotidianidad muchos seguimos esperando que los seres humanos actuemos apegados a la lógica del cumplimiento de lo que hemos establecido como sociedad. No existe lógica en una sociedad que involuciona y eso vuelve a la verdad relativa.
Le pongo algunos ejemplos: ¿Cuántas personas han acaecido de 2006 a la fecha en la guerra contra el narco? Después de 16 años, cerca de 500 mil personas han muerto, según datos oficiales. ¿Cuántos feminicidios? ¿Cuántos periodistas? ¿Cuántos civiles? Hablamos de un sin sentido, simple y llanamente.
La pobreza, la desigualdad, las injusticias, la violencia, la corrupción, los sobornos, los abusos de la autoridad, el desvío de recursos públicos, la reducción de la calidad en los productos ofrecidos, el nepotismo, el tráfico de influencias, los conflictos de intereses y tantas taras sociales, ¿tienen lógica? Por supuesto que no. Sin embargo, tenemos un afán de ir contra lo establecido. Por eso lo boyante de la cultura de la ilegalidad, por eso la queja constante de la falta de apego al estado de derecho.
Esa es la infamia a la que se refería Eduardo Galeano en el poema “Derecho al Delirio”, que citábamos en la entrega anterior y que nos da pie a la presente reflexión, donde entre líneas referíamos: ¿Qué tal si clavamos los ojos más allá de la infa-
mia para adivinar otro mundo posible?
Para quedar claro, no tenemos derecho de ir en contra de nosotros mismos, menos en contra de los demás. El problema también está, y no nos damos cuenta, en que cuando vamos en contra de los demás, vamos en contra de nosotros. Ahí radica la esencia de la infamia. Me pregunto: ¿Cómo vivirán ahora los infames y los hijos de los infames? Pero no sólo eso, ¿podrán dormir o vivirán despiertos por todos los desaguisados cometidos?
La interpretación me provoca que a eso se refiere Galeano. Porque la infamia es la falta de lógica de la que ya hablamos, del sinsentido, de la maldad, de la falta de honorabilidad, de no importarnos en lo más mínimo nuestra reputación; de la perversidad con la que nos hemos y nos seguimos manejando los seres humanos, ayer y ahora. Acoto, perverso es todo aquel que cambia el orden original de las cosas y una buena parte, en menor o en mayor medida, lo hemos hecho.
Lo peor del caso es que hemos cometido como sociedad grandes infamias, y pareciera que no estamos dispuestos a parar porque practicarla les ha traído a quienes la ejecutan buenos dividendos. ¿Por qué no adivinamos o nos disponemos a inaugurar otros mundos posibles? ¿O no nos da la imaginación para entender que la infamia simple y sencillamente como práctica es motivo de involución?
En resumidas cuentas, hay una falta de lógica en la sociedad y en quienes la conformamos, porque la verdad lógica y la verdad ontológica no están en nuestro horizonte. Dicho de otra forma, lo que pensamos, sentimos y creemos dista mucho de lo que hacemos, y eso en concreto es la base de la infamia. Józef Maria Bocheński decía que la lógica es la moral del pensamiento y la palabra. ¿Está usted de acuerdo?
La lógica y la infamia esencialmente son opuestas, pero muchos infames la usan para su beneficio y desgraciadamente son conscientes del detrimento que causan al mundo, sin embargo, es nuestro deber clavar los ojos más allá de la infamia para adivinar, pero sobre todo para disfrutar de otros mundos posibles. Así las cosas.
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