La marcha ciudadana más importante
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El mexicano es un pueblo usualmente pasivo ante los abusos cometidos por nuestros gobernantes.
Un día el candidato Andrés Manuel nos pidió que votáramos por él argumentando que personificaba a un rayo de esperanza y, al otro día, descubrimos que por culpa de su mal gobierno no tenemos empleo, nuestro dinero vale cada vez menos, la corrupción aumenta, se da una explotación indiscriminada de los recursos naturales y se tiran a la basura la mayoría de los programas e instituciones que nos garantizaban una vida mejor. ¿Y qué hemos hecho nosotros? Lo seguimos apoyando con tal de recibir sus apoyos o becas, aunque a cambio perdamos todo aquello que nos permitía llevar una vida digna, tales como las guarderías del estado, el Seguro Popular y una educación pública de calidad, entre muchos programas más.
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Pero de todas las acciones emprendidas por AMLO, quizás la más perversa ha sido la de pretender apoderarse de la institución que garantiza la vida democrática en nuestro país.
Nuestro presidente está muy equivocado si cree que los mexicanos seguimos siendo ese pueblo pasivo e indiferente que le permite hacer lo que le venga en gana.
Hace no mucho, 33 años para ser exactos, los mexicanos entendimos al fin que nuestra voz es para alzarla y para exigir a nuestros gobernantes un México mejor, más justo y, sobre todo, donde se garantice nuestra libertad de elección, nuestro derecho a conocer lo que significaba la democracia.
Gracias al despertar del pueblo de México, y luego de un proceso electoral convulso, en 1990 se fundó el Instituto Federal Electoral (IFE) como un órgano autónomo al gobierno, manejado por ciudadanos y para los ciudadanos.
Gracias a la autonomía del IFE, una década después llegó el primer gobierno de alternancia, luego de una dominación priista de más de 70 años que con su forma de gobernar había hecho trizas a un país tan rico como el nuestro.
Sólo 24 años han transcurrido desde que llegó a nuestro país el primer gobierno de alternancia. Y para nuestra desgracia, ahora AMLO se empeña en que permanezcamos indiferentes ante su intento de apoderarse del instituto electoral. Y todo por su nefasto sueño de dictador.
Dicen que la unión hace la fuerza, y es cierto. Los mexicanos ya aprendimos a unir nuestra voz y nuestros esfuerzos por una misma lucha: la del bien común.
Hace un par de semanas nuevamente dimos cuenta de ello cuando cientos de miles de mexicanos salimos a las calles de más de 100 ciudades de nuestro país para decirle clarito a nuestro presidente que deje de tratar de entrometerse en las campañas presidenciales que recién arrancaron.
Si bien la causa general no fue ya la del “INE no se toca”, como fue en la marcha del año pasado. Ahora cientos de miles de ciudadanos acudimos a manifestarnos en defensa de nuestra democracia, en defensa de nuestro derecho a votar con libertad y sin presiones.
Con la manifestación ciudadana del pasado 18 de febrero, exigimos que el presidente López saque las manos de la elección; que los gobernadores y los presidentes municipales dejen de desviar dinero público a las campañas; que se diga con claridad y con fuerza que los programas sociales son un derecho ciudadano y que están consagrados en la Constitución, éstas becas del “bienestar” no dependen del presidente o de que gane o pierda el partido en el poder.
Exigimos que el INE y el Tribunal Federal Electoral hagan su trabajo con autonomía e independencia. Gritamos a favor de que se haga un blindaje de la elección para que esté libre del dinero, de la influencia territorial y de la amenaza del crimen organizado a nuestra democracia. Marchamos también para pedir que se ponga un alto a la propaganda dirigida a engañar al votante afirmando que la elección ya está decidida: no a las encuestas falsas y sí al voto informado.
Los mexicanos no queremos emperadores que tengan todo el poder y que sigan creyendo estar por encima de la ley. Por eso es importante también la futura elección de los diputados federales y senadores. Repudiemos aquellos mensajes que se dieron en la elección de hace seis años y que se pueden repetir ahora, en los que se veía al hoy presidente exhortando al voto parejo por todos los candidatos de Morena. La falta de contrapesos y de una verdadera independencia entre los poderes ejecutivo, legislativo y judicial, sólo puede conducirnos a vivir en un régimen dictatorial en donde se imponga la voluntad de una sola persona y no la de un pueblo.
Aunque fue muy importante haber participado en las dos marchas ciudadanas en defensa del INE y de nuestra democracia, vendrá dentro de unos meses el evento más importante para todo mexicano: la jornada electoral.
El próximo 2 de junio los mexicanos viviremos el proceso democrático más importante en la historia moderna de nuestro país. Además de elegir a nuestro próximo presidente y de renovar la totalidad del Congreso de la Unión, en entidades como en Coahuila habremos de elegir a nuestros próximos alcaldes y a los Ayuntamientos.
Por eso debemos inundar las urnas con nuestro voto libre e informado. Logremos que al menos 7 de cada 10 ciudadanos con credencial de elector ejerza su obligación y su derecho de votar.
La mejor defensa que podemos hacer de nuestra democracia no es sólo acudiendo a marchas ciudadanas en donde alcemos nuestra voz en defensa de nuestras demandas, sino acudiendo a votar el próximo 2 de junio.
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