La mexicanización sudamericana

En el teibol dance Hong Kong de Tijuana laboran Venezolanas y Colombianas. Son bellas. Exóticas. Además de curvilíneas. El tono matizado de voz. Chévere para la sonrisa. El beso impostor. Los gastos por acompañamiento nocturno.

Plaza de la tecnología. Ciudad de México. Unión Tepito, los Coreanos del Sur y las hordas de Colombianos ya entraron en el negocio del cobro de piso. Variable simbólica. Los cafetaleros prestan dinero. Ofrecen rapidez, flexibilidad y continuo flujo de efectivo. Quien va al corriente no teme. Quienes quedan mal, pasan a la lista de desaparecidos, torturados o huyen en su propio país.

Monterrey. Varios de los edificios de apartamentos en construcción, en toda la mancha urbana de la zona metropolitana, se levantan con rapidez. El dinero no para. Torres verticales. Bonanza. Incluye la réplica de muchos modelos de Medellín y Santa Fé de Bogotá. Los inquilinos nunca pasan del 30 al 40% de ocupación. Son todo un éxito. Bendita economía de libre mercado.

Cancún. La zona hotelera es territorio en disputa. Los consumidores de derivados de la hoja de coca reciben por sus dólares y euros, mercancía de calidad. La noche eterna es para vivirla entre arena transparente, mancebos hermosos y mujeres de todas las razas y nacionalidades.

Acapulco. Hasta la gendarmería nacional se regresa al cuartel. Impera la ley del más fuerte. Déjenlos. Se están exterminando entre grupos y facciones contrarias.

Guanajuato, Jalisco y Michoacán son zonas francas. Donde la vida no vale nada. Comienza siempre llorando y así llorando se acaba.