La música en el cine: Homenaje a grandes con la Filarmónica del Desierto

Opinión
/ 24 abril 2024

En términos generales el cine es una historia que se cuenta en tres carriles: el texto, la imagen, y el sonido. Para conservar la atención del espectador (etimológicamente el que mira), estos componentes se mantienen en actividad: lo que se diga, se muestre o se escuche debe impulsar el conflicto.

A su vez, cada componente está conformado por un sin fin de piezas engarzadas como mecanismo de reloj. Lo textual es dicho por un actor caracterizado como personaje. Es necesario maquillarlo, vestirlo, acentuar pronunciación, dicción, dotarlo de modismos regionales, diseñar una mirada, un lenguaje gestual específico... etcétera. La imagen en pantalla debe ser significativa ideada por un diseño y una paleta de colores. Aun la imagen cinematográfica más en apariencia anodina, es producto de largas discusiones, análisis y pruebas por parte del cinefotógrafo, en pos de la proporción áurea. Cada imagen de la cinta Ya no estoy aquí (México, 2020) de Fernando Frías, tan denostada por los prejuiciosos, es un delicado ejercicio de equilibrio entre sujeto, iluminación, paleta de colores, encuadre y sucesión de planos.

La Banda sonora se conforma por: la música para la película propiamente, la música incidental, y el fondo sonoro. Éste último viste sonoramente la escena para ponerla al servicio del conflicto. Incluso la ausencia de fondo sonoro es una herramienta. Recuérdese El piano (Nueva Zelanda, 1993), de Jane Campion, cuyos largos pasajes en silencio apuntalan la mudez de la protagonista.

La música incidental, por su parte, crea ambientes, acentúa tonos emocionales —el violín de siempre en escenas de llanto, o el sax sexy en escenas ídem—, realza pasajes específicos de la historia, e identifica a los personajes. La clásica cinta de visión obligada El bueno, el malo y el feo (Italia, España, Alemania, 1966), de Sergio Leone, perfila a los tres protagonistas con solo una nota musical cada uno; a semejanza de lo que ocurre con el falsete de Robin Gibb asociado a Tony Manero, protagonista de Fiebre de sábado por la noche (EUA, 1977), de John Badham.

Finalmente llegamos a la música para la película propiamente. Su sentido esencial es ubicar el género, de un modo singular y memorable. Las comedias, los dramas, las distopías, thrillers, y demás. Cada género se caracteriza según su especie, y la música lo soporta. En 1945 apareció Días sin huella, cinta estadounidense del habilísimo artesano Billy Wilder. En su estreno la cinta se exhibió sin música, por decisión de Wilder, y el público confundió el género, riendo en las escenas dramáticas. Entonces se encargó la música a Miklós Rózsa quien comprendió el sentido profundo de la historia —la soledad del alcohólico—, la arropó sonoramente con lo que la cinta obtuvo cuatro Óscares ese año.

Pensemos en una película cuya música nos sea entrañable —Casablanca, 2001 Odisea del espacio, Blade Runner, Titanic, Pulp Fiction, Amores perros—, y tratemos de suprimir la música. Imposible. La música en el cine es el lazo emotivo que nos ata a la cinta. Ella sintetiza cada uno de sus componentes, en una sola frase musical.

Hoy por la noche la Orquesta Filarmónica del Desierto ofrecerá un programa dedicado a la música para cine. Natanael Espinoza ha seleccionado a tres de los más grandes compositores que han aportado al cine obras de un valor singular. John Williams (EUA, 1932), compositor de la música de Star Wars. Grammy, 1978; Encuentros cercanos del tercer tipo. Grammy, 1979. Grammy 1983 por E.T. El extraterrestre. Grammy, 2001 por Las cenizas de Ángela.

Hans Zimmer (Alemania, 1957), premiado con el Óscar a la mejor banda sonora por El rey león, 1993; Dunas, de 2020. Premio Annie por Kung Fu Panda, 2005. Premio Classic Brit por El caballero de la noche, 2009.

La música del tercer caballero homenajeado esta noche es del italiano Ennio Morricone (1928-2020), autor de obras tan memorables como la ya citada El bueno, el malo y el feo. Óscar por Los ocho más odiados, 2016. Globo de oro por La misión, 1987, y en 2000 por La leyenda de 1900. Premio de la Academia inglesa de cine y televisión, por Cinema Paradiso, 1991.

Sin duda esta noche será regia.

APARTE

Aprovecho este espacio para lanzar un comentario desde mi situación como ciclista preocupado por su seguridad: Ante el estrangulamiento vial de nuestra ciudad, a falta de departamento de tránsito municipal, más el incremento exponencial de contaminación ambiental, convendría valorar el regreso al home office.

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