La perdición de la Cuarta
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No les basta con enriquecerse a costa del pueblo... Necesitan además hacer ostentación y alarde de que ahora son ellos los que están comiendo con manteca tres veces al día
Con la dispensa del ínclito Cronista de Saltillo (y como traigo algo de prisa), iniciemos hoy con un chiste: Un tipo sobrevive al naufragio de un crucero en una isla desierta junto con Sydney Sweeney (si no la conoce vaya a googlearla y luego regresa).
Los meses transcurren y la naturaleza comienza a reclamar su tributo a aquella involuntaria pareja que, de mutuo consentimiento y de buena gana, termina por saciar sus instintos carnales.
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Pasa un año, pasan dos y, aunque el alimento y el goce sensual lo tienen asegurado, el hombre comienza a deprimirse. Al verlo tan apachurrado, la estrella de cine le pregunta qué puede hacer por él. De hecho, se ofrece devotamente para cumplir cualquier fantasía que no haya materializado aún el de por sí suertudo náufrago.
-¿Segura, lo que yo quiera? –Pregunta él.
-¡Segurísima! Lo que tú quieras –Responde la Sweeney.
“Ipso chingam” (que quiere decir muy rápido) el tipo va a buscar entre el equipaje recuperado del naufragio y selecciona un atuendo: botas vaqueras, camisa a cuadros, pantalón de faena y hasta un sombrero, luego hace que la diva se vista con esa extraña combinación.
Finalmente, con un pedazo de carbón de la hoguera le pinta un bigote y una barba cerrada a la angelical carita de la actriz. Y ya que parece un pela’o, la abraza y le dice muy despacio al oído:
-¡Oiga, compadre! ¡A que no sabe a quién me ando tirando...!
THE END
Justo así, como esos indiscretos caballeros que revientan si no se lo cuentan a alguien más; igual que el personaje de nuestra inverosímil narración, quien descubrió que el goce no residía en el acto en sí, sino en todo el alarde que de éste pudiera hacer y toda la admiración que ello le valiera entre sus semejantes, así resultó ser la élite del partido oficial.
A la créme de la créme de la 4T no le basta con todos los recursos públicos que se han desviado desde el arribo al poder del macuspano y hasta la fecha; desfalcos multimillonarios cuya cuantía exacta ha sido bloqueada con reiterados golpes a la transparencia administrativa, pero que los cálculos más conservadores estiman en miles de millones.
No les basta con enriquecerse a costa del pueblo que les depositó toda su confianza, a costa de incumplir la promesa primordial que los llevó al poder (de combatir la desigualdad y la corrupción) y de pasarse por la genitalia el principio de austeridad que pregonan y que les dejó como testamento su profeta y mesías tropical.
No, al parecer no les basta con la tersa vida que se puedan dar ahora en su condición de nuevos ricos (además de los muchos otros millonetas de abolengo y de otros partidos que también se sumaron contentos a la causa transformadora).
Necesitan además hacer ostentación y alarde de que ahora son ellos los que están comiendo con manteca tres veces al día.
Ya desde la Presidencia se les pide discreción, pero es que si el mundo no se entera de que ahora ellos están en la mera cúspide de la pirámide alimenticia, corren el riesgo de colapsar.
Podrían estallar de júbilo si no comparten “dicha dicha” con el pueblo bueno que tanto los quiere. Y por compartir nos referimos a restregarle en la cara sus viajes, sus joyas y todos sus excesos a la pobre gente que no sabe si habrá medicamentos la próxima vez que deba ir a un hospital público (spoiler: No, no va a haber).
Podrían prescindir del uso de relojes. En esta época nadie precisa un reloj para saber la hora. Pero en vez de comprarse un Timex, un Casio o un Swatch, se tienen que comprar un Cartier. ¡Qué digo uno! Una colección que de tan costosa amerita figurar en su declaración patrimonial porque, de hecho, son todo un patrimonio (Tonatiuh Márquez, de la Agencia Nacional de Aduanas).
Podrían vestir muy buena ropa y calzado, pero deben gritarle al mundo que compran artículos exclusivos de diseñador muy por encima de lo que explican sus de por sí obscenos ingresos (diputado Sergio Gutiérrez Luna y señora, la diputada #DatoProtegido).
Podrían reunirse y celebrar su privilegio a puerta cerrada, con comilonas pantagruélicas y maratones orgiásticos para los sentidos. Pero tienen que hacerlo en uno de los salones más caros de los hoteles más selectos de la Ciudad de México, casi como deseando que nos enteremos y participemos como aldeanos famélicos para que así puedan saborear mejor su suerte (cumpleaños del diputado Pedro “Picapiedra” Haces).
Y podrían –al menos mientras ocupan un cargo visible– vacacionar en cualquier lugar bonito y gastarse una millonada con discreción sin levantar ámpula e indignación. ¡Pero no! Han de circundar el planeta buscando los destinos más caros, remotos y exclusivos que puedan permitirse. Que se note que ya les hizo justicia la Transformación (Noroña, Monreal, Mario Delgado).
Es un espectáculo en sí contrastar las declaraciones del Noroña opositor de antaño con las del hoy vocero y apologista del movimiento. Ahora la definición de lujo le parece ambigua, cuando antes consideraba abusivo hasta que las gasolineras cobrasen 10 pesos por el uso de los baños.
Pero especial mención merecen los hijos del exmandatario, blanca cabecilla del movimiento transformador y líder espiritual de toda esa caterva: el clan de los López Beltrán, quienes en efecto no tienen una trayectoria rastreable ni en el ámbito laboral, empresarial y mucho menos en el servicio público que explique por qué viven como viven.
Incluso el menor, Jesús Ernesto, se la pasa entre México y Reino Unido, eso sí, en antros y sitios exclusivos, cursando estudios en el extranjero, justo como su padre desaconsejaba desde su mañanero púlpito moral.
Pero, aunque ninguno se salva (y qué bueno que son puros vaquetones y no tuvo hijas), el que hoy despierta mayor interés es el que se supone que se desempeña como secretario de Organización del partido oficial. Y es que no sólo entró a la cúpula de Morena con la bendición del nepotismo (que igual que el huachicol, ya no existe), sino que no ha hecho un sólo mérito dentro o fuera de su organización política, ni tiene un año cumplido en el puesto y pese a que Morena celebraba su gran asamblea anual, el distinguido camarada los mandó mucho a la porra e hizo un prolongado mutis hasta que reapareció en la capital de Japón, ahí modestamente.
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Diez días tardó para responderle a sus críticos con una carta en la que repite la retahíla de dogmas de austeridad de su bofo padre, aduciendo que el escándalo es obra de una prensa maliciosa, pero no resultado de hacer precisamente lo opuesto a lo que en su secta pregonan.
Y lo curioso no es que se le haya visto en Tokio, sino que no exista registro de él en ningún aeropuerto ni vuelo comercial, levantando la sospecha adicional de que volaría en aeronaves oficiales (mientras que nuestra pobre Presidenta con P se aguanta en Viva Aerobús con tal de imprimirle algo de seriedad y credibilidad a su discurso).
Si la teoría del chiste inicial es correcta, no es lujo ni el latrocinio lo que les gana en la 4T; lo que los pierde es el impulso irrefrenable de hacer alarde y que los volteen a ver, para sentirse alguien.