En el limbo de la justicia...

Opinión
/ 5 agosto 2025

La Cuarta Transformación amplió el catálogo de faltas por las que usted, yo o quien sea, puede ser puesto en prisión preventiva oficiosa

Y usted... ¿qué hacía en 2005? ¿Con quién andaba saliendo? ¿Para quién trabajaba... o en dónde estudiaba? ¿Qué planes tenía?, ¿cuáles de estos logró realizar y cuáles dejó inconclusos?

Si ya era usted lo bastante grandecito como para guardar registro mental de aquel entonces, entonces necesariamente siguió, aunque fuese de manera superficial, involuntaria o indirecta, el hoy resurrecto caso de Israel Vallarta y Florence Cassez, expresuntos miembros de una banda de secuestradores, a la postre exonerados de todo cargo por las autoridades (Cassez, en 2013, por violaciones al debido proceso) y, apenas hace unos días, tras 19 años de presidio, Vallarta, luego de dos décadas en que la Procuraduría/Fiscalía mexicana no pudo demostrar los cargos que se le imputaban, pero sin que al sistema de justicia de este país le corriera tampoco ninguna prisa por ponerlo en libertad.

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Significa que en México un hombre inocente (ahora que ha sido exonerado, le debemos a Vallarta todas sus prerrogativas de ciudadano libre y honorable) ha pasado los últimos 20 años en el infierno penitenciario, esperando que un jodido juez determinara si había elementos o no para condenarlo... y resultó que no.

Vallarta fue injustamente aprehendido (según su versión, por una venganza personal) en el último tercio del sexenio de Vicente Fox.

Transcurrió luego todo el sexenio del malévolo enano, Felipe Calderón, quien de hecho hizo todo cuanto pudo para que Vallarta y Cassez se quedaran en la cárcel (con tal de que no se cuestionara la deplorable gestión de la justicia y la seguridad durante su mandato, ni tampoco a su narco-brazo derecho, Genaro García Luna) y hasta gestionó ante su homólogo en Francia para que Cassez no gozara del privilegio de retornar a su país de origen.

Sin mucha novedad transcurrieron los seis años del priista Enrique Peña Nieto, lo mismo que los siguientes seis del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, y ni quien se acordara de que Vallarta se hacía viejo en prisión porque... ¡Qué importancia tiene un reo, si se estima que hay 88 mil encarcelados sin sentencia en México! La mitad de los cuales estaría bajo prisión preventiva oficiosa; es decir: detenidos “nomás en lo que averiguamos a ver qué... En lo que vemos si sí, o si no”.

La ley estipula que son HORAS (que pueden variar entre 48 y 96) las que tiene la autoridad para fincar cargos o dejar a un ciudadano en libertad para irse a su casa. Pero en México, ya vemos que esas horas se pueden volver años... o décadas.

Para Vallarta, supongo, no había día malo para quedar en libertad y en posición de recuperar lo que le resta de vida (tiene 55 años y las rejas no acarician). Pero para el Gobierno de la doctora y científica, no podía ser más oportuna esta liberación; le viene como un bálsamo, pues le da al oficialismo algo de qué hablar que no sea la presunta y (esa sí) muy plausible complicidad de Adán Augusto López con su jefe de Seguridad en Tabasco, señalado como cabecilla del grupo criminal “La Barredora”; ni tampoco de la presión del gobierno de Donald Trump para que México deje de hacer como que combate al crimen con detenciones de capos y rufianes de poca monta y comience a destripar a la delincuencia desde las redes que la conectan con la política en México.

Paréntesis: (De hecho, ya quisiera el propio Trump tener algo así para llevar a la discusión pública, a las conferencias de prensa y al debate parlamentario, con tal de que dejen de chingar un ratito con el tema de Jeffrey Epstein).

¿Qué va a pasar en los siguientes días? Bueno, no podemos saberlo porque en cualquier momento se suscita un nuevo terremoto político, pero podemos asegurar que la intención de doña Claudia “Shame-Baum” será la de capitalizar el asunto al máximo, sacando a dos de las piñatas favoritas de la 4T (Calderón y Loret de Mola) para que la prensa afín y los leales en redes ganen la discusión con la narrativa consabida de la 4T: la del nefasto calderonato como principio y fin de toda la corrupción, por sobre cualquier señalamiento contra el presente régimen.

Desde luego, este caso de injusticia y el infame montaje al que está indisolublemente vinculado no sólo son meros fuegos artificiales para disipar la peste del Barredora-Gate que enfrenta el presidente de la Junta del Senado. Es además carnita para las mañaneras, algo para canibalizar a Loret y minar la credibilidad del periodista que ha conectado con mayor consistencia e impacto en la opinión pública los puntos en la red de corrupción tejida desde las entrañas del obradorato.

Es la ocasión de ponerle un chanclazo a la voz más incómoda para el régimen, cosa que muchos habrán de celebrar infiriendo que, avivado el desprestigio de “Lord Montajes”, todo lo que haya dicho o publicado en los últimos siete años es en automático falso de toda falsedad. Pero la realidad no opera de esa manera.

Y dicho sea sin el menor ánimo de defender a Loret, de llegarse a demostrar que presentó el infame montaje de la detención de Vallarta y Cassez con pleno conocimiento de que era una recreación autoincriminatoria, en la que estaban siendo obligados a participar, el comunicador sería en todo caso el último eslabón en un entramado de complicidades, y su responsabilidad no sería ni por asomo equiparable a la de las televisoras copartícipes (Azteca y Televisa), ni mucho menos con la del Estado mexicano.

Calculo que la doctora estará duro y dale en contra de: 1) El delincuente García Luna, personaje en contra del cual ya no tiene que molestarse en emprender acciones porque ha sido detenido, juzgado y condenado por la Justicia en EU; y 2) En contra de Loret, un periodista al que no se le puede demostrar si tenía o no conocimiento de la farsa, pero al que, en cambio, se le puede denostar a diario para menoscabar su reputación.

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Desde luego, se olvidarán de todos los involucrados intermedios, que deben ser docenas, porque no se trata de hacer ninguna clase de enmienda, sino de seguir repitiendo una letanía oficialista que no llega a ninguna conclusión.

Pero, lo realmente maravilloso no es nada de lo que hasta aquí he intentado reseñar, sino que, por escalofriante que nos parezca la experiencia de Israel Vallarta (y pese a la indecible cantidad de reos que acumulan décadas en detención arbitraria, en el limbo de la justicia mexicana), la Cuarta Transformación amplió el catálogo de faltas por las que usted, yo o quien sea, puede ser puesto en prisión preventiva oficiosa.

Entre AMLO (en 2019) y la doctora Sheinbaum (a finales del año pasado), desoyendo todas las recomendaciones de expertos y organismos internacionales, agregaron doce faltas más por las que podemos ser arrestados sin pruebas, sin presunción de inocencia que valga, nomás porque alguien sospecha “que se le “afigura”; por tiempo indefinido, nomás en lo que las autoridades ponen en orden sus ideas y prioridades, para lo cual pueden tomarse algunos añitos, quizás 20... o más.

¡Qué puta tranquilidad!

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