La política más novedosa del mundo tiene, en realidad, miles de años
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Dio la vuelta al mundo la noticia de la victoria de Zohran Mamdani en la elección para alcalde de Nueva York. Quienes se dedican a la comunicación política, han resaltado la novedad y eficacia de la campaña que llevará al poder en la ciudad más icónica de EE.UU. y ciudad natal de Donald Trump, a un inmigrante musulmán que se declara socialista.
Sin embargo, cuando uno revisa los planteamientos centrales de esa campaña, encuentra que, en realidad, no son precisamente novedosos. Mamdani no inventó nada.
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Volvió a lo obvio. No debatió ideologías. Propuso congelar alquileres, abrir supermercados públicos y garantizar cuidado infantil gratuito. Pan, casa, cuidado.
Enrique Dussel, filósofo argentino-mexicano de alcance universal, explicó decenas de veces en los cursos de formación política de Morena, que tuve la fortuna de coordinar algún tiempo en Coahuila: la política nació para resolver lo básico. En el antiguo Egipto, hace miles de años, la justicia se medía con preguntas directas: ¿diste de comer al hambriento? ¿Le diste techo al que no tenía casa? La ética empieza ahí.
De ahí viene, según Dussel, la tradición semita que llegó también al cristianismo. La Biblia lo resume en Mateo 25: cuando das de comer al hambriento, te das de comer a ti mismo. La política es asegurar que la gente viva con dignidad.
¿Por qué es tan difícil hablar de las cosas sencillas y fundamentales en política? Del encarecimiento de la vivienda, de la insuficiencia y abandono por décadas del transporte público, de la falta de inversiones para garantizar el abasto de agua regular. La dificultad no es conceptual ni técnica, sino de intereses de clase.
Hablar de esas cosas es hablar contra intereses poderosos. No es por falta de inteligencia que no se hace nada para evitar el encarecimiento de la vivienda, sino porque el encarecimiento de la vivienda es necesario para los negocios de un sector de la sociedad que vive de la especulación y que, da la casualidad, es el que gobierna.
La política puede retomar la aspiración de construir una vida mejor solo en la medida en que se realice desde el pueblo, con el pueblo y para el pueblo.