La Tierra está enferma

Opinión
/ 28 noviembre 2024

Hablar de cuidado al medio ambiente es casi una obligación en estos tiempos. Y no es para menos, pues últimamente los seres humanos, con la torpeza que nos caracteriza, hemos decidido destruir el planeta en que vivimos. La falta de conciencia ecológica ha causado grandes daños y si no actuamos a tiempo, la vida futura será más dura aún que durante los gobiernos de la 4T.

Para ser sincero tengo una idea mediocre de lo que es la ecología. Sé que esta disciplina científica va más allá del cuidado de los animalitos o de plantar árboles por todos lados. Los científicos dicen que la ecología trata de las relaciones entre los organismos y su ambiente.

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Hace falta que nuestros gobernantes, a través de los funcionarios pertinentes, nos expliquen qué es la ecología y qué medidas tomar para el cuidado del medio ambiente. Así lo han hecho las autoridades en diversas ocasiones, dando consejos de cómo fomentar las prácticas ecológicas en el hogar.

La conservación de nuestro planeta es una responsabilidad de todos. Sin embargo, no creo que el agujero en la capa de ozono haya sido provocado por quienes no separan de la basura los envases de vidrio, las latas de aluminio u otros productos reciclables.

No soy de las personas que acusan al gobierno de ser el responsable de todos nuestros males. Cuando tengo gripe, por ejemplo, no es por culpa de nuestros gobernantes y jamás leerá usted un artículo en el que me atreva a acusar al secretario de Salud de que yo haya caído en cama por culpa de esta molesta enfermedad. Pero en el caso ecológico no se puede negar que las autoridades han contribuido a la degradación del medio ambiente. El gobierno es quien aprueba la instalación de tal o cual industria, sin fijarse, muchas veces en lo contaminante que puede ser. El gobierno es el encargado de penalizar los daños al medio ambiente que muchas veces pasan desapercibidos. El gobierno es el encargado de evitar que circulen los vehículos más contaminantes. El gobierno debe prevenir los incendios forestales mediante una campaña de conciencia y, sobre todo, con un equipo capaz de apagar hasta el fuego de un recién casado. El gobierno debe evitar manejos corruptos en la elaboración de una obra o en la aprobación de desarrollos de vivienda u hoteles que afecten selvas, manglares, bosques o manantiales de agua.

Es increíble, pero dos de los proyectos “transformadores” de la 4T significan un grave atentado contra la naturaleza. Uno de ellos es el Tren Maya, por cuya construcción se han talado indiscriminadamente a millones de árboles y plantas, y se ha afectado a yacimientos de agua y a decenas de cenotes y vestigios precolombinos.

Por otro lado está la refinería de Dos Bocas, por cuya instalación se destruyeron decenas de hectáreas de manglar. El capricho de López de construirla en su estado natal, provocará, en caso de que algún día refine el petróleo, que las aguas de ríos y mar se contaminen irremediablemente, y que tan sólo las emisiones de CO2 en 20 años de operación de dicha refinería, equivaldrán a talar aproximadamente 183 millones de árboles. Es triste siquiera pensarlo, pero por esta causa Tabasco dejará de ser un edén y millones de personas de la zona sufrirán graves consecuencias en su salud.

Aplaudo cualquier esfuerzo para promover el cuidado del medio ambiente, sin embargo el propio gobierno debería predicar con el ejemplo. Recientemente Claudia Sheinbaum planteó ante la Cumbre de Líderes del Grupo de los 20 destinar el 1 por ciento del gasto militar a un programa mundial de Sembrando Vida. La propuesta es buena, sin embargo creo que haría más falta destinar esos recursos a la instalación de más generadores de energía eólica y sola, ya que la mayoría de los países, como México, están desfazados de la grandes potencias en la generación de energías no contaminantes. En México sigue usándose por las mismas empresas del Estado el carbón y el combustóleo, ambos sumamente contaminantes.

Por otro lado, hace meses el Papa Francisco alertó sobre el cambio climático. “Si tomáramos la temperatura del planeta, nos diría que la Tierra tiene fiebre y está enferma. Debemos comprometernos con la protección de la naturaleza cambiando nuestros hábitos personales y comunitarios”.

Aquí entre nos, los ciudadanos somos en gran medida responsables al bloquear los arroyos con basura, colchones o llantas. Encima de ello, no existe entre muchos de nosotros la cultura de la separación de la basura o del reciclaje.

Según estudios científicos, una lata de aluminio tarda en descomponerse más de 200 años, un envase plástico hasta 400 años, un neumático más de 500 años. De esta manera, resultan alarmantes las consecuencias que se tienen por arrojar en la calle una simple bolsa de plástico.

Por eso, autoridades y ciudadanos debemos luchar diariamente por mantener limpio nuestro entorno. Con ello, conseguiremos una mejor calidad de vida.

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